VOLUMEN 7, Nro. 14 / MAYO-AGOSTO 2025

ISSN: 2708 – 6631 / ISSN-L: 2708 - 6631 / Pp. 101 - 116

www.propuestaseducativas.org

Las escuelas pueden reformarse para mejorar: Reflexión sobre la Pedagogía en el siglo XXI

 

Schools can be reformed to improve: Reflection on Pedagogy in the 21st century

 

Zully Octavia Farfán Romero

zofarfanr@udistrital.edu.co

https://orcid.org/0009-0008-9814-3451

Universidad Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia

 

https://doi.org/10.61287/propuestaseducativas.v7i14.9

 

Recibido: 02 de enero 2025 | Arbitrado: 20 de febrero 2025 | Aceptado: 30 de marzo 2025 | Publicado: 06 de mayo 2025

RESUMEN

El presente ensayo aborda la cuestión ¿Y, si otra educación fuera posible? Aunque esta ha sido una pregunta recurrente para la humanidad a lo largo de cada época, se explora la evolución histórica de la pedagogía desde la Antigua Grecia hasta la actualidad. En el recorrido, se describen las principales concepciones y transformaciones educativas, teniendo en cuenta las posiciones de algunos filósofos y pedagogos, en relación con la noción de ser humano y el desarrollo sociocultural y político de los grupos sociales. De esta manera se evidencian falencias, dogmatismos y exclusiones. El trabajo centra su atención en los postulados de la educación popular, la pedagogía crítica y las pedagogías de las resistencias, que tienen como fin cuestionar estructuras tradicionales y proponen un enfoque fundamental para la transformación social, incluyendo comunidades, saberes y conocimientos que históricamente han sido marginados. Estas clasificaciones sobre las distintas pedagogías respaldan la perspectiva de una enseñanza que sea sensible a la diversidad, afectividad, justicia social, visibilizadas en propuestas metodológicas que intervienen instituciones de educación superior, especialmente en formación del profesorado, evidentes en los trabajos de distintos autores. El texto concluye afirmando que otra educación si puede ser posible desde el reconocimiento de la otredad, el trabajo colectivo, la memoria histórica, el respeto a la diferencia, con el fin de construir una sociedad más justa.

 

Palabras clave: Educación popular; Pedagogía crítica; Pedagogías de la resistencia; Inclusión y diversidad

 

ABSTRACT

This essay addresses the question: What if another form of education were possible? Although this has been a recurring question for humanity throughout the ages, it explores the historical evolution of pedagogy from Ancient Greece to the present. Along the way, the main educational conceptions and transformations are described, taking into account the positions of some philosophers and educators regarding the notion of the human being and the sociocultural and political development of social groups. In this way, flaws, dogmas, and exclusions are revealed. The work focuses on the postulates of popular education, critical pedagogy, and pedagogies of resistance, which aim to question traditional structures and propose a fundamental approach to social transformation, including communities, knowledge, and skills that have historically been marginalized. These classifications of different pedagogies support the perspective of teaching that is sensitive to diversity, affectivity, and social justice, as reflected in methodological proposals that intervene in higher education institutions, especially in teacher training, and are evident in the work of various authors. The text concludes by affirming that a different kind of education can indeed be possible, based on the recognition of otherness, collective work, historical memory, and respect for difference, in order to build a more just society.

 

Keywords: Popular education; critical pedagogy; pedagogy of resistance; inclusion; diversity

 

INTRODUCCIÓN

 

Son diversos los propósitos que definen la pedagogía a lo largo de la historia de la civilización occidental, cada uno de ellos en pro de un contexto histórico desde diversos ámbitos como: filosóficos, religiosos, culturales, políticos, tecnológicos y psicológicos, prácticos cada uno de ellos con potencial altamente reflexivo (Brailovsky, 2018).

Por otro lado, la etimología de la palabra pedagogía proviene del griego paidogogeo, la cual se divide en paidós, que significa niño, y agó, que significa guía o conducir. Siendo así se puede suponer que la pedagogía es el arte o la ciencia de educar a los niños. No obstante, han sido diversas las definiciones y propósitos sobre la pedagogía según las diferentes ópticas por las cuales ha sido evaluada y reformulada.

Dichos horizontes de pensamiento han considerado los efectos de la pedagogía sobre el niño – Hombre, y cómo este puede incluirse y contribuir a la sociedad. Es así como los pensadores de cada época han promulgado por la idea de enfocar la pedagogía en el individuo, la sociedad, la emancipación y/o la inclusión, según los contextos históricos a los cuales pertenecen, y de esta manera reformar la escuela como lo sugirió Comenio en su Didáctica Magna (1998), en concordancia con estas ideas cabe preguntarse ¿Y si otra educación fuera posible? Igualmente, a lo largo de las épocas la noción de ser humano ha ido transformándose, de acuerdo con las necesidades filosóficas, sociales, económicas y por ende educativas; porque estos aspectos están permeados por la cultura de cada sociedad, la cual se configura de acuerdo con la evolución de los sujetos en los grupos sociales.

Por tanto, el presente documento desplegará un breve recuento de la pedagogía por épocas, desde su origen e influencia desde Europa hacia Latinoamérica, y profundizará en la educación popular, crítica y de resistencias con el fin considerar el porqué de la necesidad de transformar la escuela por medio de la reflexión pedagógica y las causas de esta necesidad. Dicha reflexión sobre la pedagogía hace parte de mi interés como docente investigadora que continúa consolidando un ejercicio de práctica de aula.

 

Pedagogías antes del Siglo XIX

Pedagogía de la Antigua Grecia

 

Como menciona Böhn (2010), en su libro La historia de la pedagogía: desde Platón hasta la actualidad, el fenómeno educativo en las civilizaciones ancestrales se da por el ejemplo y la transmisión oral de creencias y costumbres. En la Grecia Antigua la educación se concebía como la formación de ciudadanos libres, con el fin de preparar a los futuros líderes, filósofos y guerreros que garantizaran el buen funcionamiento de la Polis. Los valores cívicos, de la oratoria, la buena argumentación y la filosofía, constituían el eje de la enseñanza, la cual estaba reservada a una minoría privilegiada, como la élite y su descendencia masculina, guiada por maestros privados. Para Sócrates el fin de los hombres era la búsqueda de la sabiduría, aceptando que siempre habrá algo por encontrar y aprender. Dentro de su metodología pedagógica se empezaba por la ironía, al saber que somos ignorantes; seguida del dialogo, como ejercicio argumentativo; y, por último, la mayéutica, la cual consistía en preguntas elaboradas que transmitían conocimientos y a su vez el aprendiz daba a luz un raciocinio, es decir, aprendía.

Por su parte, para Platón la política y la pedagogía dependen una de la otra. Él consideraba que cada hombre debe desarrollar las tareas que su destino le confirió y convertirse en agricultor o artesano, es decir la clase de los productores; mientras que los militares protegían a los ciudadanos; y, los filósofos, la clase dominante que lideraba y controlaba al Estado. En la Republica (1988), el autor plantea la importancia de ciertos saberes como: la música, la poesía como formación moral y emocional; la gimnasia para desarrollar el físico de los guardianes; la filosofía como educación intelectual y ética; las matemáticas y ciencia como educación racional para entender el orden y estructura del mundo; y la dialéctica para que los gobernantes desarrollen capacidad de análisis, cuestionamientos y debates de situaciones complejas.

Aristóteles estimaba necesario que el Hombre fuese virtuoso, a partir de entender la naturaleza, adaptarse al medio y desarrollar la razón. En relación con lo anterior, en el pensamiento aristotélico se destacan tres características fundamentales. En la pedagogía: en primer lugar, la correspondencia entre la educación y la conducta de la vida humana y las ciencias prácticas, diferenciando la praxis de la poiesis; en segundo lugar, la relación entre la psique, el ethos, la adaptación y la doctrina. Por tanto, el Hombre desarrolla su razonamiento para elegir y hacerse responsable de sus decisiones; y, en tercer lugar, aceptar que la acción humana no puede tener una precisión científica.

Para el estoicismo el Hombre debe vivir en armonía con la naturaleza y consigo mismo, para ello propone enseñar la apatía y de esta manera liberarse de sus pasiones, ya en este estado, logrará la ataraxia, es decir, que podrá resistir a las influencias de los vicios, como: el desperdicio del tiempo, la falta de metas, el huir de sí mismo o su mínima o nula decisión autónoma.

Se evidencia sobre los propósitos de la pedagogía, en la Grecia Antigua, que estaban enfocados en el desarrollo ético del sujeto y su comprensión de la naturaleza, en relación y oposición al Hombre. Esta es una época que sentó las bases del pensamiento occidental en todas las áreas del conocimiento, como la ciencia, la matemática, el derecho, las artes; pero la educación estaba restringida a extranjeros, artesanos, agricultores, mujeres y esclavos de la época.

 

Pedagogía en la Edad Media, Reforma, Contrarreforma y Renacimiento

En la Edad Media, la educación estuvo dirigida e influenciada por la iglesia, siendo los monasterios centros principales de enseñanza. El propósito de la enseñanza se basaba en que el Hombre se reconociera como hijo de Dios; por tanto, la percepción y la sabiduría debían estar en concordancia con la fe. Los escolásticos pretendían recoger el saber mediante la enciclopedia, de esta manera el conocimiento estaba registrado en libros, códices, manuscritos y bibliotecas. También se promulgó el valor de la escritura para lo cual el oficio del escribano se transformaría en una profesión. En la escolástica, el proceso de aprendizaje estaba basado en tres etapas: la lectio, la questio y la disputatio, como menciona Vergara (2018)

Para Agostino, la educación se debía a la imbricación entre la memoria, la libertad, la razón y al ser, saber y querer, por lo tanto, no puede ser provocada por elementos externos. Por su parte, el pensamiento de Anselmo de Canterbury estaba centrado en el desarrollo de la dialéctica y métodos didácticas con el fin de eliminar la oposición entre razón y fe (Böhn, 2010).

En consecuencia, los temas que sobresalen en la Edad Media estaban dirigidos al encuentro con Dios. Por su parte la filosofía y el derecho se estimaban pertinentes para la preservación del conocimiento y mantener el orden social. En cuanto a los beneficiaros de la educación tanto clérigos como nobles favorecidos de ella. Ellos tenían la obligación de difundir los valores religiosos y así asegurar la obediencia bajo los ideales del cristianismo. A su vez, campesinos, artesanos y militares de bajo rango adquirían conocimientos básicos según su labor diaria; como las técnicas de agricultura u oficios artesanales que fueron transmitidos, por ejemplo, dentro de la familia o comunidad; evidenciando que se encontraban excluidos de una educación formal.

Con la llegada del Renacimiento siglo XV la pedagogía estuvo influenciada por el humanismo, movimiento centrado en el potencial del ser humano, resaltando la importancia de las artes, las ciencias y las matemáticas que adquirieron un lugar central para entender la naturaleza y la realidad con pensadores como Galileo Galilei.

Humanistas como Erasmo de Róterdam, promovieron la enseñanza basada en el pensamiento crítico y el estudio de los textos clásicos con el fin de desarrollar las habilidades individuales. El filósofo consideraba que la educación era un nuevo nacimiento ya que proponía que el fin del Hombre era encontrar su lugar en el mundo de los objetos y de los conocimientos para volverse su propio centro.

Ya en las primeras décadas del siglo XVI, con la Reforma Protestante, liderada por Martín Lutero, se difundió la importancia de la alfabetización permitiendo a todas las personas leer la Biblia y desarrollar una relación individual con la religión. Dando como resultado la creación de escuelas para las clases populares en regiones protestantes, apartando el monopolio eclesiástico de la educación.

Al mismo tiempo, La Contrarreforma en los territorios católicos reforzó la educación para evangelizar al pueblo liderando las órdenes jesuitas la promoción por la excelencia académica y la formación espiritual.

Si bien se permitió a la población menos privilegiada aprender a leer, mujeres, comunidades indígenas y afrodescendientes estaban limitadas a la evangelización, cultivar las virtudes morales para preservar los roles tradicionales del hogar, la servidumbre o la esclavitud.

 

Pedagogía en la Edad Moderna

En la Edad Moderna la pedagogía estuvo influenciada por el pensamiento racionalista y en línea con el pensamiento humanista emergente. De esta manera, la educación dejó de estar centrada en dogmas religiosos y se orientó hacia el desarrollo del pensamiento crítico, la autonomía del individuo y el aprendizaje basado en la experiencia.

Comenio, considerado el padre de la pedagogía moderna, con su obra Didáctica Magna (1657), estableció 10 principios fundamentales para la educación, como que esta fuera universal, accesible a todas las personas sin importar género, origen o clase social. Pensó en el enfoque progresivo, según las etapas del desarrollo humano, y promovió el uso de los sentidos y el aprendizaje práctico mediante la experiencia (Comenio, 1998).

Pese a que la propuesta del teólogo pedagogo fue innovadora e incluyente, también ha sido fuertemente cuestionada porque su enfoque es rígido, estimado para un contexto europeizante, teocéntrico y negando el conocimiento y saberes de otras culturas y los aprendizajes de contextos como los familiares o comunitarios.

En paralelo, René Descartes, como filósofo, a través de su racionalismo y método, influyó en la educación al promover el pensamiento analítico basado en la razón y la evidencia, en lugar de la memorización dogmática. Su énfasis en la lógica y las matemáticas fortalecieron la idea de un aprendizaje pensado de manera estructurada, ordenada y con principios claros.

Por su parte, Rousseau, con la obra Emilio, o De la Educación (1762), vivenció y defendió la educación como natural, libre y adaptada al desarrollo del niño. Él cuestionó los métodos tradicionales del autoritarismo y respetó las etapas del crecimiento infantil centrado en la experiencia y el descubrimiento. Rousseau enfatizó que el niño no debe ser tratado como un adulto en versión pequeña, es así como se debe entender como una persona que tiene necesidades diferentes. En dicha evolución el niño crece para participar en una sociedad democrática aceptando el contrato social, basado en la soberanía popular para el bien común.

En esta época se mantienen los roles jerárquicos según el nivel socioeconómico, aunque se abrieran espacios de formación, estos eran reducidos para el grueso de la población. Incluso Rousseau consideraba que las mujeres se debían enfocar según su condición de madres y esposas.

 

Pedagogía en los siglos XIX y XX

En consecuencia, la visión de la educación en el siglo XIX puede dividirse en tres horizontes: la obra de la naturaleza, la obra del individuo o la obra de la sociedad. Cada uno de ellos se centra en un aspecto específico; por ejemplo, para Pestalozzi, con la pedagogía de la Esperanza, pensaba dirigir la educación con el propósito de generar en el joven la posibilidad de encontrar su libertad y dignidad (Böhn, 2010).

Por otro lado, en pro de un realismo pedagógico, Herbar resalta el pensamiento trascendental de Kant, dirigiendo el fin último y absoluto de la educación como el desarrollo moral de la persona. Por su parte, Schileiermacher entendía la pedagogía como una interpretación hermeneútica de dos vías. En primer lugar, desarrollar las cualidades individuales del sujeto y en segunda instancia que cada persona contribuyera al bienestar de la sociedad.

En contraposición al hombre propuesto por Kant con una ética constituida por imperativos categóricos universalistas, Marx propone una noción distinta de ser humano, alejada de las contemplaciones filosóficas del idealismo alemán en siglos anteriores y más centrada en un sentido transformador. Para ello, su análisis filosófico contempla: un nuevo hombre, un ser social que exprese libremente su humanidad mediante la actividad (el trabajo); un tipo de actividad no alienante; y una relación precisa entre dicho sujeto y el producto que surge de esta actividad (Moreno y Vergel, 2024). Esto claramente tiene implicaciones educativas, no solo para el aula de clases, porque en la escuela, desde esta perspectiva, se debería buscar un sentido transformador del individuo y de los grupos sociales. Esto es posible mediante la formación de sujetos críticos, conscientes de las estructuras sociales y con capacidad de transformar los entornos humanos, en la búsqueda de una sociedad más justa, dónde el trabajo sea una fuente de realización individual y colectiva.

Por otra parte, en América Latina y gracias a las ideas y eventos independentistas en el siglo XIX y XX la educación y reflexión sobre los fenómenos pedagógicos fueron teniendo fuerza con el fin de transformar las realidades de las comunidades desde diferentes perspectivas.

 

Educación popular y pedagogías criticas

La educación popular nació en Europa gracias al Plan Condorcet (1972) ya que se creó una escuela única, sin costo, obligatoria y no confesional, influenciada por una educación universal que fue pensada desde las ideas de la Reforma protestante, la Contrarreforma católica, la Didáctica Magna de Comenio y la Revolución Francesa. Como ya se dijo, la idea sobre lo universal queda limitada por el contexto histórico y cultural de cada grupo humano y los asuntos referidos al colonialismo eurocéntrico (Mejía 2011).

Sin embargo, advierte Mejía (2011) que antes de la independencia, Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, sembró las bases de un pensamiento educativo popular orientado por y para los americanos, debido a que su propuesta buscaba la formación de individuos independientes con el aprendizaje de un arte u oficio, con el fin de evitar la servidumbre. Ya para el siglo XX, se evidencian ejemplos de la creación de universidades populares para obreros en México, Perú y el Salvador, las cuales promovían la toma de conciencia crítica sobre el lugar y el papel de los trabajadores en sus contextos sociales y políticos.

Otro ejemplo que se destaca en Ecuador es la Escuela Ayllu de Warisata (1931) que se destacó por defender la educación propia para los grupos indígenas fortaleciendo su identidad por medio de sus tradiciones culturales y valores para hacerle frente a las dinámicas históricas de exclusión. 

En Colombia, la iniciativa del Sacerdote José Vélaz, Fe y Alegría, fundada en 1955, se constituyó como un modelo de educación popular integral accesible a las comunidades desfavorecidas y rurales.

En la misma línea, Paulo Freire en su obra Pedagogía del Oprimido (1970), considera que la educación bancaria es deshumanizante porque promueve una jerarquía autoritaria entre aquellos que se consideran los poseedores del conocimiento, los maestros, y los tratados como meros receptores pasivos, los estudiantes, quienes son obligados a la memorización descontextualizada de información que no vincula sus historias de vida, ni de sus comunidades, intereses y necesidades. En contra parte, promueve la construcción de un ser, un profesor político que dialogue y construya el conocimiento con sus estudiantes, que debata la jerarquía, las maneras en que se ejerce el poder por medio del intercambio de ideas, experiencias y reflexiones en una transformación conjunta de la realidad por mano de seres históricos y sociales que busquen la emancipación (Freire, 2005).

Así mismo, en El maestro sin recetas, Freire (2016) recalca la idea que la educación por sí sola no puede transformar en su totalidad las dinámicas de las sociedades. No obstante, la transformación social si necesita de la educación para llevar a cabo dichos propósitos. La cuestión predominante en su discurso es entonces ¿qué es aquello de lo cual el educador político a diferencia del educador bancario puede cambiar en su práctica educativa y de esta manera ayudar a la transformación social?

Este cuestionamiento al igual que las iniciativas anteriores reflejan un pensamiento educativo liberador en busca de la transformación social a través de la apropiación de los contextos, la justicia y la equidad. Pero ¿cómo ha sido esto posible en la escuela y en las sociedades? Sin pretender reducir la respuesta, el trabajo colectivo de pensadores, filósofos, pedagogos y por supuesto las comunidades han contribuido al cambio constante de las dinámicas de la escuela, que si bien, aún se evidencian falencias y permanencia del pensamiento y prácticas colonizadoras que pretenden homogenizar las comunidades y las creencias, las acciones no se han detenido y la pedagogía ahora, encaminada por diferentes matices, procura por un cambio positivo en los procesos educativos que se espera también transformen las sociedades.

Es así como la reflexión y puesta en acción continua con observaciones sobre las pedagogías críticas reconocen que la enseñanza desempeña un papel fundamental en la transformación sociocultural y ética. Ya que la acción pedagógica actúa como un espacio privilegiado donde se pueden modificar y moldear tanto las estructuras y normas establecidas, es decir, lo instituido, como las nuevas ideas enfoque y valores que pueden surgir, es decir lo instituyente (Quintar, 2018).

Conforme a los posicionamientos y las  acciones encaminadas hacia la recuperación de un pensamiento crítico, Ortega (2018) reconoce el renacimiento de la educación popular que además brinda vías para resignificar a Colombia, en un momento posterior al proceso de paz, acuerdos y las implicaciones educativas en la construcción de una memoria histórica, es decir, que se sume a una pedagogía de la alteridad, del vínculo y de un nos-otros en el que se enseña y se aprende: un saber hacer, un saber estar y un saber dar.

Es así como por medio de la pedagogía de la memoria reciente, entendida como “un campo epistémico cuyo objetivo es que los estudiantes lean críticamente los hechos de violencia sociopolítica ocurridos en determinadas coordenadas de tiempo y espacio, problematizados por distintos actores sociales desde el presente” (Amador-Baquiro, et al. 2021 p.1), se encamine a los sujetos a comprender lo ocurrido, cómo dichos acontecimientos afectan la convivencia y estabilidad de la sociedad y se propongan acciones de transformación.

Este ejercicio de voluntad política, llevado a cabo por los actores del conflicto y las comunidades afectadas, ha encontrado en la pedagogía de la memoria reciente un vehículo, de tantos, para dar voz a las víctimas, promover la verdad y construir herramientas que reparen el daño causado. En este contexto, las intervenciones de académicos, en espacios de reflexión, han jugado un rol invaluable al edificar caminos hacia la no repetición (la justicia restaurativa), ofreciendo herramientas que permitan reflexionar sobre el pasado y promover la construcción de sociedades más justas y conscientes de su historia (Amador Báquiro et al, 2021; Amador-Baquiro, 2023; Gómez, 2020; Restrepo, 2022; Serna et al. 2024; Pérez, 2025; Murillo-Arango, 2024).

 

Pedagogía de las resistencias

En paralelo a las pedagogías populares y críticas nace otra vertiente, las pedagogías de las resistencias. Estas pedagogías consideran que la resistencia es la indignación política y moral sobre la conducta de quienes ejercen el poder y de quienes son sometidos. Además, permiten la transformación de las realidades al implantarse en los contextos locales (Trujillo Castillo et al. 2024).

Por su parte, Giroux expresa tres principales nociones de cómo ver la escuela y quienes pertenecen a ella. En primer lugar, considera que existe una noción de agenciamiento humano, el cual no es completo ni estático, es decir, que los sujetos no son sujetos pasivos que asumen la dominación, sino que buscan comprender dichas estructuras de jerarquía del poder que domina y sus limitaciones, tanto las del ejercicio del poder, como las que poseen los sujetos para desafiarlo. Una segunda noción considera que el poder es una relación dinámica que opera en múltiples direcciones y contextos; es decir, que tanto en los modos de dominación como los actos de resistencia existe una tensión que ejerce poder. Por último, la resistencia debe trascender a desafiar el sistema, porque así los sujetos tendrían como prioridad pensar y transformar las estructuras sociales (Giroux, 1986)

Gracias a estos pilares que reflexionan sobre los propósitos de la escuela y, a su vez, proponen herramientas epistémicas para cuestionar la producción del conocimiento desde perspectivas dominantes y abrir espacios a epistemologías alternativas, se encuentra la trayectoria investigativa de Soler (2019). Ella se enfoca en el análisis del discurso, promoviendo una comprensión crítica del racismo especialmente en contextos educativos, con el fin de proponer estrategias pedagógicas por medio del cuestionamiento reflexivo (Soler, 2024) desde la perspectiva filosófica de Echeverría (1996), quien concibe el lenguaje, como una dimensión central de la construcción de la realidad humana.

Asimismo, Soler (2020) aborda las pedagogías de la resistencia como un enfoque que “explora las formas en que se produce, mantiene y plantea la oposición al poder” (p.52). Estas resistencias se manifiestan en diferentes ámbitos como: resistir con conciencia, a través de la agencia, críticamente, desde el discurso, en y con la diferencia.

Esta visión del lenguaje, como un dispositivo que construye la realidad, además de las diversas formas de resistir que propone la autora, tiene como propósito la transformación de prácticas pedagógicas y el  cambio de las relaciones sociales en pro de la emancipación del ser en las comunidades. La emancipación, entendida “desde Freire y Adorno […] como la construcción de sujetos autónomos, críticos de la realidad y conscientes de su inquebrantable humanidad y dignidad; comprometidos… por la transformación de las situaciones que oprimen y someten a los individuos […]” (Soler, 2020; p.67), la cual proyecta la posibilidad de desarrollar pedagogías otras que configuren actos de enseñanza y aprendizaje en, para y con el otro. Una propuesta ética política que pretende cuestionar y disminuir los prejuicios sociales y las jerarquías culturales.

Otro ejemplo, desde la pedagogía de la resistencia, con un alto grado de reflexión como mujer afrodescendiente estadounidense e influenciada por Freire, es bell hooks , quien promovió una pedagogía comprometida que fomentara el diálogo, la participación y el conocimiento ético. Para la autora el aprendizaje debía integrar mente, corazón y espíritu, considerando las emociones como elementos esenciales a la crítica. Ella sostiene que la educación debe ser un espacio que libere y sea capaz de desafiar las normas establecidas. A parte de su postura de la pedagogía de la transgresión. La escritora propone un enfoque educativo que fomente el cuestionamiento constante, la reflexión crítica y la creatividad en los estudiantes; por ello, ella invita a los educadores y se incluye, a que “debemos reconocer que tal vez nuestros estilos de enseñanza deben cambiar (hooks, 2021; p.63).

En cuanto al aspecto político hooks (2021) adoptó un enfoque en el cual abordaba el género, la raza y la clase como estructuras de opresión; por tanto, su noción de feminismo cuestionó el capitalismo y el imperialismo, con el propósito de buscar una justicia social que reconozca y dignifique las diferencias.

Cabe aclarar que, a pesar de su admiración por Freire, hooks (2021) señala la presencia de un lenguaje sexista en la obra del autor, dado que algunas de sus expresiones perpetúan desigualdades de género. No obstante, como activista social enfatiza en “la importancia de mantener el reconocimiento de todo lo que hay que valorar y respetar en su obra” (hooks, 2021; p. 79), y el potencial que la misma pedagogía crítica de Freire propone al analizarse así misma críticamente.

Por último, es conveniente resaltar el trabajo de equipos o comunidades de práctica, desde las instituciones que promueven concepciones pedagógicas que integren colectivos o personas, que aún no han sido tenidos en cuenta o que siguen  siendo marginalizadas en el ámbito educativo (Calderón, 2019, León y Romero, 2020); por tanto, se les dificulta tener condiciones óptimas sociales, culturales, laborales.

Es así como el trabajo de Calderón (2014) incorpora la tecnología para crear una propuesta de referentes curriculares, con el fin de formar profesores de lenguaje y comunicación, enfocados en y para la diversidad, promoviendo un enfoque inclusivo reflexionando los aspectos variantes e invariantes del currículo. Mientras que los elementos invariantes proporcionan una base teórica estructural, los aspectos variantes permitirán que la práctica docente responda a las necesidades cambiantes de los estudiantes y sus comunidades, con el fin de equilibrar principios universales con la flexibilidad necesaria para abordar la diversidad.

Desde los aspectos invariantes de la epistemología del lenguaje, la pedagogía y la didáctica Calderon (2014) concluye que se formará al profesorado entendiendo que el lenguaje es más que una herramienta comunicativa, dado que permite la transmisión y preservación de la cultura; por tanto, el docente en su práctica podrá actuar como un agente de transformación social.

Por otra parte, los aspectos variantes del currículo permitirán que el profesor se adapte a contextos socioculturales y lingüísticos de las comunidades educativas. Desde el nivel epistemológico del lenguaje, estas variables podrían incluir la diversidad de manifestaciones lingüísticas, discursivas verbales y no verbales de comunicación que potencien los procesos de enseñanza y aprendizaje. En cuanto el ámbito pedagógico, las prácticas podrían ajustarse a factores contextuales, culturales y necesidades específicas de los estudiantes. Por tal motivo, se podrían utilizar estrategias didácticas adaptadas a los objetivos, contenidos y dinámicas de cada grupo. Estos ajustes podrían garantizar que la enseñanza del lenguaje sea inclusiva y pertinente en entornos diversos.

En consecuencia, a la trayectoria investigativa se puede observar la puesta en práctica de un currículo de formación docente enfocado en la diversidad y diferencia en el trabajo conjunto de una comunidad de práctica, en la creación de ambientes de aprendizaje virtuales pensado para estudiantes con diversidad sensorial, cultural y social (Calderon, 2019).

En paralelo, es importante destacar la investigación de León y Romero (2020), sobre metodologías que piensen la creación de ambientes de aprendizaje, desde lo afectivo y accesible, teniendo en cuentas aspectos cognitivos, afectivos y culturales con el fin de garantizar la inclusión, para el éxito educativo en las instituciones universitarias. Por ello, la construcción de ambientes de aprendizaje que estén diseñados para atender la diversidad de estudiantes se puede abordar teniendo en cuenta las necesidades particulares mediante estrategias que alimenten barreras físicas, tecnológicas y pedagógicas. En este sentido, la accesibilidad será entendida como un principio universal, que incluye el uso de herramientas tecnologías y métodos didácticos que favorezcan la partición equitativa para promover un aprendizaje significativo.

Además, pensar el enfoque de la afectividad, como un elemento clave para el aprendizaje, conlleva a fomentar las relaciones empáticas, motivadoras, de confianza y apoyo mutuo, fortaleciendo el bienestar emocional de los estudiantes. Dicha interacción positiva entre docentes y estudiantes, así como entre pares, promoverá un sentido de pertenencia y cohesión grupal, elementos que contribuyen al éxito educativo y pueden reducir los índices de deserción escolar.

La metodología propuesta por los autores incorpora la innovación y la evaluación continua con el fin de garantizar la efectividad de los ambientes de aprendizaje. El uso del diseño, la implementación y revisión de las estrategias pedagógicas, permite adaptaciones según las necesidades emergentes. Este enfoque pretende que los ambientes de aprendizaje también sean flexibles y receptivos a los cambios en las condiciones, promoviendo la incorporación de prácticas innovadores y culturalmente sensibles, para sujetos y contextos diversos y diferentes.

Se hace evidente el trabajo de investigadores que contribuyen desde instituciones formales de educación para transformar ética y políticamente la formación de docentes a través del currículo y los ambientes de aprendizaje. Esta perspectiva crítica, no ve a la académica como aparato ideológico del Estado, que oprime y homogeniza a los educandos, sino como una propuesta que dinamice los cambios necesarios para construir una sociedad más equitativa, comprometida en la transformación de la educación y las sociedades.

 

Conclusiones

La exposición anterior lleva a una afirmación contundente frente al cuestionamiento: ¿Y si otra educación fuera posible? Sí, lo es. Lo ha sido y continúa siéndolo a través de la construcción reflexiva y el accionar conjunto de comunidades sociales y académicos. En los trabajos revisados, el esfuerzo individual y colectivo por cuestionar las relaciones sociales, educativas, políticas y económicas ha permitido consolidar bases sólidas para abordar aspectos de cambio dentro de la educación. Estos cambios son producto de la adaptación natural que tiene la escuela a los requerimientos sociales de cada época; por ello, la escuela cambia, se transforma y se adapta a la evolución cultural, social y económica de las sociedades. Igualmente, la noción de Hombre a lo largo de las épocas ha ido transformándose. Por ejemplo, en la época antigua, se promulgaba por la preparación cívica y la vida pública, pero supeditada a aquellos con ciertos privilegios; mientras que en la edad media se imponía el teocentrismo cultural y la formación religiosa; ya con el renacimiento y la promoción del humanismo, el ser humano se convierte en el foco de atención para la filosofía y el posterior desarrollo científico de las sociedades. Esta evolución sobre la noción de Hombre genera nuevas reflexiones desde la pedagogía, dado que el tema de la educación (qué enseñar, a quién enseñar y cómo enseñar) se transforma a la par del desarrollo cultural, científico y socioeconómico de las naciones.

Si bien, la educación en la antigüedad y hasta el Siglo XVIII fue exclusiva para las élites con el fin de mantener la obediencia frente a valores instaurados para la jerarquía social de su momento histórico, se desarrollaron diferentes conocimientos y saberes que hoy en día tienen relevancia y permiten a su vez entender la historia sus desavenencias, imbricaciones y consecuencias en aspectos políticos, sociales, económicos y pedagógicos.

Cabe resaltar que los horizontes de pedagogías como populares, críticas y de resistencia, entre otras fomentan la formación de sujetos políticos y éticos que no perciban la diferencia y la diversidad, como problemas a erradicar, sino como oportunidades para construir acercamientos a través de programas, lineamientos y políticas públicas que promuevan el reconocimiento, la aceptación el entendimiento y el trabajo en comunión con, en y para la diversidad.

La lucha por la inclusión, comprender la afectividad y transformar el currículo es una forma de resistencia al abandono y olvido que muchas comunidades han experimentado a lo largo de la historia. Por tanto, las propuestas de académicos investigadores pretenden que ninguna persona ya sea por su etnia, condiciones físicas y psicológicas, diversidad u orientación sexual quede por fuera del sistema educativo y a su vez gocen de oportunidades que les permitan desarrollar un oficio o profesión que parta de sus intereses.

Los diferentes rumbos de la pedagogía, frente a las perspectivas de la naturaleza, el individuo, la comunidad, han contribuido a la formación de estos cambios que la educación ha tenido y que seguramente seguirá teniendo. Pero estos cambios no son posibles en la idea de la universalización de un único conocimiento y una única forma de enseñar, sino en la posibilidad de lograr que todos los seres humanos sean reconocidos, incluidos y respetados, desde una comunión del trabajo en equipo, a partir de un ejercicio de comunalidad que fortalezca lazos que preserven los valores de una sociedad en equidad. Esto será posible mediante la consideración de un ser humano distinto, no concebido desde el fundamento en el individuo que aprende en la escuela, como ha sido los últimos siglos, sino desde la consideración de la alteridad, como una posibilidad de transformación colectiva, en la búsqueda del bienestar de todos.

 

Consideraciones finales

Constantemente se seguirán teniendo cuestionamientos si la pedagogía cumple con los propósitos en diferentes contextos históricos. Por ejemplo, investigaciones actuales: indagan por resaltar las diferentes percepciones sobre la formación que reciben los estudiantes de especialidades en el campo de la educación frente a los derechos de las personas en situación de discapacidad y educación inclusiva (Morales-Endrino, et al, 2024). Analizan las actitudes y aptitudes de educadores frente a la educación inclusiva que posibilite el éxito educativo de esta población para que se sientan incluidos dentro del aula (Culque Núñez, et al. 2024); y que estos puedan alcanzar logros que sean significativos en su formación para ejercer sus derechos como ciudadanos. Incluso, rastrean los principales motivos por los cuales la población colombiana abandona la educación superior en espacios digitales (Segovia-García, 2024).

Por lo anterior, no sobra preguntarse si ¿acaso se contempla en los lineamientos u orientaciones curriculares las creencias de las comunidades? ¿se respetan los vínculos con la naturaleza y las diferencias por los  otros en la construcción de instituciones educativas? ¿realmente se crean comunidades educativas que entiendan los contextos de los educandos y que estos tengan las posibilidades de indagar, cuestionar y reaccionar ante las injusticias de discriminación por ser diferentes y diversos dentro de la sociedad y en la escuela? Estas y otras inquietudes han permeado las discusiones sobre el campo de la pedagogía por la construcción de escuelas que tengan injerencia en la cimentación de un mundo que incluya a todos, que transforme realidades y brinde la posibilidad de ser sujetos emancipados.

 

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