VOLUMEN 7, Nro. 14 / MAYO-AGOSTO 2025
ISSN: 2708 – 6631 / ISSN-L: 2708 - 6631 / Pp. 101 - 116
www.propuestaseducativas.org
Las escuelas pueden reformarse para mejorar: Reflexión sobre la
Pedagogía en el siglo XXI
Schools
can be reformed to improve: Reflection on Pedagogy in the 21st century
Zully
Octavia Farfán Romero
zofarfanr@udistrital.edu.co
https://orcid.org/0009-0008-9814-3451
Universidad Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia
https://doi.org/10.61287/propuestaseducativas.v7i14.9
Recibido: 02 de enero 2025 | Arbitrado: 20 de febrero 2025 | Aceptado:
30 de marzo 2025 | Publicado: 06 de mayo 2025
RESUMEN
El presente
ensayo aborda la cuestión ¿Y, si otra educación fuera posible? Aunque esta ha
sido una pregunta recurrente para la humanidad a lo largo de cada época, se
explora la evolución histórica de la pedagogía desde la Antigua Grecia hasta la
actualidad. En el recorrido, se describen las principales concepciones y
transformaciones educativas, teniendo en cuenta las posiciones de algunos
filósofos y pedagogos, en relación con la noción de ser humano y el desarrollo
sociocultural y político de los grupos sociales. De esta manera se evidencian
falencias, dogmatismos y exclusiones. El trabajo centra su atención en los
postulados de la educación popular, la pedagogía crítica y las pedagogías de
las resistencias, que tienen como fin cuestionar estructuras tradicionales y
proponen un enfoque fundamental para la transformación social, incluyendo
comunidades, saberes y conocimientos que históricamente han sido marginados.
Estas clasificaciones sobre las distintas pedagogías respaldan la perspectiva
de una enseñanza que sea sensible a la diversidad, afectividad, justicia
social, visibilizadas en propuestas metodológicas que intervienen instituciones
de educación superior, especialmente en formación del profesorado, evidentes en
los trabajos de distintos autores. El texto concluye afirmando que otra
educación si puede ser posible desde el reconocimiento de la otredad, el
trabajo colectivo, la memoria histórica, el respeto a la diferencia, con el fin
de construir una sociedad más justa.
Palabras
clave: Educación popular; Pedagogía crítica; Pedagogías de
la resistencia; Inclusión y diversidad
ABSTRACT
This essay addresses the question: What if another form of
education were possible? Although this has been a recurring question for humanity throughout
the ages, it explores the historical evolution of pedagogy from
Ancient Greece to the present.
Along the way, the main
educational conceptions and
transformations are described,
taking into account the positions of some philosophers
and educators regarding the notion of
the human being and the sociocultural and political development of social groups. In this way, flaws, dogmas, and exclusions are revealed. The work focuses
on the postulates
of popular education, critical pedagogy, and pedagogies of resistance,
which aim to question traditional
structures and propose a
fundamental approach to
social transformation, including
communities, knowledge, and
skills that have historically been marginalized. These classifications of different pedagogies
support the perspective of teaching that is
sensitive to diversity, affectivity, and social justice,
as reflected in methodological
proposals that intervene in higher education institutions, especially in teacher training,
and are evident in the work of various
authors. The text concludes by affirming that
a different kind of education can indeed be possible, based on the
recognition of otherness, collective work, historical memory, and respect for difference, in order to build
a more just society.
Keywords: Popular education; critical pedagogy; pedagogy of resistance; inclusion; diversity
INTRODUCCIÓN
Son diversos los propósitos que definen la pedagogía a
lo largo de la historia de la civilización occidental, cada uno de ellos en pro
de un contexto histórico desde diversos ámbitos como: filosóficos, religiosos,
culturales, políticos, tecnológicos y psicológicos, prácticos cada uno de ellos
con potencial altamente reflexivo (Brailovsky, 2018).
Por otro lado, la etimología de la palabra pedagogía
proviene del griego paidogogeo, la cual se divide en paidós, que significa niño, y agó,
que significa guía o conducir. Siendo así se puede suponer que la pedagogía es
el arte o la ciencia de educar a los niños. No obstante, han sido diversas las
definiciones y propósitos sobre la pedagogía según las diferentes ópticas por
las cuales ha sido evaluada y reformulada.
Dichos horizontes de pensamiento han considerado los
efectos de la pedagogía sobre el niño – Hombre, y cómo este puede incluirse y
contribuir a la sociedad. Es así como los pensadores de cada época han
promulgado por la idea de enfocar la pedagogía en el individuo, la sociedad, la
emancipación y/o la inclusión, según los contextos históricos a los cuales
pertenecen, y de esta manera reformar la escuela como lo sugirió Comenio en su
Didáctica Magna (1998), en concordancia con estas ideas cabe preguntarse ¿Y si
otra educación fuera posible? Igualmente, a lo largo de las épocas la noción de
ser humano ha ido transformándose, de acuerdo con las necesidades filosóficas,
sociales, económicas y por ende educativas; porque estos aspectos están
permeados por la cultura de cada sociedad, la cual se configura de acuerdo con
la evolución de los sujetos en los grupos sociales.
Por tanto, el presente documento desplegará un breve
recuento de la pedagogía por épocas, desde su origen e influencia desde Europa
hacia Latinoamérica, y profundizará en la educación popular, crítica y de
resistencias con el fin considerar el porqué de la necesidad de transformar la
escuela por medio de la reflexión pedagógica y las causas de esta necesidad.
Dicha reflexión sobre la pedagogía hace parte de mi interés como docente
investigadora que continúa consolidando un ejercicio de práctica de aula.
Pedagogías
antes del Siglo XIX
Pedagogía
de la Antigua Grecia
Como menciona Böhn (2010),
en su libro La historia de la pedagogía: desde Platón hasta la actualidad, el
fenómeno educativo en las civilizaciones ancestrales se da por el ejemplo y la
transmisión oral de creencias y costumbres. En la Grecia Antigua la educación
se concebía como la formación de ciudadanos libres, con el fin de preparar a
los futuros líderes, filósofos y guerreros que garantizaran el buen
funcionamiento de la Polis. Los valores cívicos, de la oratoria, la buena
argumentación y la filosofía, constituían el eje de la enseñanza, la cual
estaba reservada a una minoría privilegiada, como la élite y su descendencia
masculina, guiada por maestros privados. Para Sócrates el fin de los hombres
era la búsqueda de la sabiduría, aceptando que siempre habrá algo por encontrar
y aprender. Dentro de su metodología pedagógica se empezaba por la ironía, al
saber que somos ignorantes; seguida del dialogo, como ejercicio argumentativo;
y, por último, la mayéutica, la cual consistía en preguntas elaboradas que
transmitían conocimientos y a su vez el aprendiz daba a luz un raciocinio, es
decir, aprendía.
Por su parte, para Platón la política y la pedagogía
dependen una de la otra. Él consideraba que cada hombre debe desarrollar las
tareas que su destino le confirió y convertirse en agricultor o artesano, es
decir la clase de los productores; mientras que los militares protegían a los
ciudadanos; y, los filósofos, la clase dominante que lideraba y controlaba al
Estado. En la Republica (1988), el autor plantea la importancia de ciertos
saberes como: la música, la poesía como formación moral y emocional; la gimnasia
para desarrollar el físico de los guardianes; la filosofía como educación
intelectual y ética; las matemáticas y ciencia como educación racional para
entender el orden y estructura del mundo; y la dialéctica para que los
gobernantes desarrollen capacidad de análisis, cuestionamientos y debates de situaciones
complejas.
Aristóteles estimaba necesario que el Hombre fuese
virtuoso, a partir de entender la naturaleza, adaptarse al medio y desarrollar
la razón. En relación con lo anterior, en el pensamiento aristotélico se
destacan tres características fundamentales. En la pedagogía: en primer lugar,
la correspondencia entre la educación y la conducta de la vida humana y las
ciencias prácticas, diferenciando la praxis de la poiesis;
en segundo lugar, la relación entre la psique, el ethos, la adaptación y la
doctrina. Por tanto, el Hombre desarrolla su razonamiento para elegir y hacerse
responsable de sus decisiones; y, en tercer lugar, aceptar que la acción humana
no puede tener una precisión científica.
Para el estoicismo el Hombre debe vivir en armonía con
la naturaleza y consigo mismo, para ello propone enseñar la apatía y de esta
manera liberarse de sus pasiones, ya en este estado, logrará la ataraxia, es
decir, que podrá resistir a las influencias de los vicios, como: el desperdicio
del tiempo, la falta de metas, el huir de sí mismo o su mínima o nula decisión
autónoma.
Se evidencia sobre los propósitos de la pedagogía, en
la Grecia Antigua, que estaban enfocados en el desarrollo ético del sujeto y su
comprensión de la naturaleza, en relación y oposición al Hombre. Esta es una
época que sentó las bases del pensamiento occidental en todas las áreas del
conocimiento, como la ciencia, la matemática, el derecho, las artes; pero la
educación estaba restringida a extranjeros, artesanos, agricultores, mujeres y
esclavos de la época.
Pedagogía
en la Edad Media, Reforma, Contrarreforma y Renacimiento
En la Edad Media, la educación estuvo dirigida e
influenciada por la iglesia, siendo los monasterios centros principales de
enseñanza. El propósito de la enseñanza se basaba en que el Hombre se
reconociera como hijo de Dios; por tanto, la percepción y la sabiduría debían
estar en concordancia con la fe. Los escolásticos pretendían recoger el saber
mediante la enciclopedia, de esta manera el conocimiento estaba registrado en
libros, códices, manuscritos y bibliotecas. También se promulgó el valor de la
escritura para lo cual el oficio del escribano se transformaría en una
profesión. En la escolástica, el proceso de aprendizaje estaba basado en tres
etapas: la lectio, la questio y la disputatio, como menciona Vergara (2018)
Para Agostino, la educación se debía a la imbricación
entre la memoria, la libertad, la razón y al ser, saber y querer, por lo tanto,
no puede ser provocada por elementos externos. Por su parte, el pensamiento de
Anselmo de Canterbury estaba centrado en el desarrollo de la dialéctica y
métodos didácticas con el fin de eliminar la oposición entre razón y fe (Böhn, 2010).
En consecuencia, los temas que sobresalen en la Edad
Media estaban dirigidos al encuentro con Dios. Por su parte la filosofía y el
derecho se estimaban pertinentes para la preservación del conocimiento y
mantener el orden social. En cuanto a los beneficiaros de la educación tanto
clérigos como nobles favorecidos de ella. Ellos tenían la obligación de
difundir los valores religiosos y así asegurar la obediencia bajo los ideales
del cristianismo. A su vez, campesinos, artesanos y militares de bajo rango
adquirían conocimientos básicos según su labor diaria; como las técnicas de
agricultura u oficios artesanales que fueron transmitidos, por ejemplo, dentro
de la familia o comunidad; evidenciando que se encontraban excluidos de una
educación formal.
Con la llegada del Renacimiento siglo XV la pedagogía
estuvo influenciada por el humanismo, movimiento centrado en el potencial del
ser humano, resaltando la importancia de las artes, las ciencias y las
matemáticas que adquirieron un lugar central para entender la naturaleza y la
realidad con pensadores como Galileo Galilei.
Humanistas como Erasmo de Róterdam, promovieron la
enseñanza basada en el pensamiento crítico y el estudio de los textos clásicos
con el fin de desarrollar las habilidades individuales. El filósofo consideraba
que la educación era un nuevo nacimiento ya que proponía que el fin del Hombre
era encontrar su lugar en el mundo de los objetos y de los conocimientos para
volverse su propio centro.
Ya en las primeras décadas del siglo XVI, con la
Reforma Protestante, liderada por Martín Lutero, se difundió la importancia de
la alfabetización permitiendo a todas las personas leer la Biblia y desarrollar
una relación individual con la religión. Dando como resultado la creación de
escuelas para las clases populares en regiones protestantes, apartando el
monopolio eclesiástico de la educación.
Al mismo tiempo, La Contrarreforma en los territorios
católicos reforzó la educación para evangelizar al pueblo liderando las órdenes
jesuitas la promoción por la excelencia académica y la formación espiritual.
Si bien se permitió a la población menos privilegiada
aprender a leer, mujeres, comunidades indígenas y afrodescendientes estaban
limitadas a la evangelización, cultivar las virtudes morales para preservar los
roles tradicionales del hogar, la servidumbre o la esclavitud.
Pedagogía
en la Edad Moderna
En la Edad Moderna la pedagogía estuvo influenciada
por el pensamiento racionalista y en línea con el pensamiento humanista
emergente. De esta manera, la educación dejó de estar centrada en dogmas
religiosos y se orientó hacia el desarrollo del pensamiento crítico, la
autonomía del individuo y el aprendizaje basado en la experiencia.
Comenio, considerado el padre de la pedagogía moderna,
con su obra Didáctica Magna (1657), estableció 10 principios fundamentales para
la educación, como que esta fuera universal, accesible a todas las personas sin
importar género, origen o clase social. Pensó en el enfoque progresivo, según
las etapas del desarrollo humano, y promovió el uso de los sentidos y el
aprendizaje práctico mediante la experiencia (Comenio, 1998).
Pese a que la propuesta del teólogo pedagogo fue
innovadora e incluyente, también ha sido fuertemente cuestionada porque su
enfoque es rígido, estimado para un contexto europeizante, teocéntrico y
negando el conocimiento y saberes de otras culturas y los aprendizajes de
contextos como los familiares o comunitarios.
En paralelo, René Descartes, como filósofo, a través
de su racionalismo y método, influyó en la educación al promover el pensamiento
analítico basado en la razón y la evidencia, en lugar de la memorización
dogmática. Su énfasis en la lógica y las matemáticas fortalecieron la idea de
un aprendizaje pensado de manera estructurada, ordenada y con principios
claros.
Por su parte, Rousseau, con la obra Emilio, o De la
Educación (1762), vivenció y defendió la educación como natural, libre y
adaptada al desarrollo del niño. Él cuestionó los métodos tradicionales del
autoritarismo y respetó las etapas del crecimiento infantil centrado en la
experiencia y el descubrimiento. Rousseau enfatizó que el niño no debe ser
tratado como un adulto en versión pequeña, es así como se debe entender como
una persona que tiene necesidades diferentes. En dicha evolución el niño crece
para participar en una sociedad democrática aceptando el contrato social,
basado en la soberanía popular para el bien común.
En esta época se mantienen los roles jerárquicos según
el nivel socioeconómico, aunque se abrieran espacios de formación, estos eran
reducidos para el grueso de la población. Incluso Rousseau consideraba que las
mujeres se debían enfocar según su condición de madres y esposas.
Pedagogía
en los siglos XIX y XX
En consecuencia, la visión de la educación en el siglo
XIX puede dividirse en tres horizontes: la obra de la naturaleza, la obra del
individuo o la obra de la sociedad. Cada uno de ellos se centra en un aspecto
específico; por ejemplo, para Pestalozzi, con la pedagogía de la Esperanza,
pensaba dirigir la educación con el propósito de generar en el joven la posibilidad
de encontrar su libertad y dignidad (Böhn, 2010).
Por otro lado, en pro de un realismo pedagógico,
Herbar resalta el pensamiento trascendental de Kant, dirigiendo el fin último y
absoluto de la educación como el desarrollo moral de la persona. Por su parte, Schileiermacher entendía la pedagogía como una
interpretación hermeneútica de dos vías. En primer lugar, desarrollar las
cualidades individuales del sujeto y en segunda instancia que cada persona
contribuyera al bienestar de la sociedad.
En contraposición al hombre propuesto por Kant con una
ética constituida por imperativos categóricos universalistas, Marx propone una
noción distinta de ser humano, alejada de las contemplaciones filosóficas del
idealismo alemán en siglos anteriores y más centrada en un sentido
transformador. Para ello, su análisis filosófico contempla: un nuevo hombre, un
ser social que exprese libremente su humanidad mediante la actividad (el
trabajo); un tipo de actividad no alienante; y una relación precisa entre dicho
sujeto y el producto que surge de esta actividad (Moreno y Vergel, 2024). Esto
claramente tiene implicaciones educativas, no solo para el aula de clases,
porque en la escuela, desde esta perspectiva, se debería buscar un sentido
transformador del individuo y de los grupos sociales. Esto es posible mediante
la formación de sujetos críticos, conscientes de las estructuras sociales y con
capacidad de transformar los entornos humanos, en la búsqueda de una sociedad
más justa, dónde el trabajo sea una fuente de realización individual y
colectiva.
Por otra parte, en América Latina y gracias a las
ideas y eventos independentistas en el siglo XIX y XX la educación y reflexión
sobre los fenómenos pedagógicos fueron teniendo fuerza con el fin de
transformar las realidades de las comunidades desde diferentes perspectivas.
Educación
popular y pedagogías criticas
La educación popular nació en Europa gracias al Plan
Condorcet (1972) ya que se creó una escuela única, sin costo, obligatoria y no
confesional, influenciada por una educación universal que fue pensada desde las
ideas de la Reforma protestante, la Contrarreforma católica, la Didáctica Magna
de Comenio y la Revolución Francesa. Como ya se dijo, la idea sobre lo
universal queda limitada por el contexto histórico y cultural de cada grupo
humano y los asuntos referidos al colonialismo eurocéntrico (Mejía 2011).
Sin embargo, advierte Mejía (2011) que antes de la
independencia, Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, sembró las bases de
un pensamiento educativo popular orientado por y para los americanos, debido a
que su propuesta buscaba la formación de individuos independientes con el
aprendizaje de un arte u oficio, con el fin de evitar la servidumbre. Ya para
el siglo XX, se evidencian ejemplos de la creación de universidades populares
para obreros en México, Perú y el Salvador, las cuales promovían la toma de
conciencia crítica sobre el lugar y el papel de los trabajadores en sus
contextos sociales y políticos.
Otro ejemplo que se destaca en Ecuador es la Escuela
Ayllu de Warisata (1931) que se destacó por defender
la educación propia para los grupos indígenas fortaleciendo su identidad por
medio de sus tradiciones culturales y valores para hacerle frente a las
dinámicas históricas de exclusión.
En Colombia, la iniciativa del Sacerdote José Vélaz, Fe y Alegría, fundada en 1955, se constituyó como un
modelo de educación popular integral accesible a las comunidades desfavorecidas
y rurales.
En la misma línea, Paulo Freire en su obra Pedagogía
del Oprimido (1970), considera que la educación bancaria es deshumanizante
porque promueve una jerarquía autoritaria entre aquellos que se consideran los
poseedores del conocimiento, los maestros, y los tratados como meros receptores
pasivos, los estudiantes, quienes son obligados a la memorización
descontextualizada de información que no vincula sus historias de vida, ni de
sus comunidades, intereses y necesidades. En contra parte, promueve la construcción
de un ser, un profesor político que dialogue y construya el conocimiento con
sus estudiantes, que debata la jerarquía, las maneras en que se ejerce el poder
por medio del intercambio de ideas, experiencias y reflexiones en una
transformación conjunta de la realidad por mano de seres históricos y sociales
que busquen la emancipación (Freire, 2005).
Así mismo, en El maestro sin recetas, Freire (2016)
recalca la idea que la educación por sí sola no puede transformar en su
totalidad las dinámicas de las sociedades. No obstante, la transformación
social si necesita de la educación para llevar a cabo dichos propósitos. La
cuestión predominante en su discurso es entonces ¿qué es aquello de lo cual el
educador político a diferencia del educador bancario puede cambiar en su
práctica educativa y de esta manera ayudar a la transformación social?
Este cuestionamiento al igual que las iniciativas
anteriores reflejan un pensamiento educativo liberador en busca de la
transformación social a través de la apropiación de los contextos, la justicia
y la equidad. Pero ¿cómo ha sido esto posible en la escuela y en las
sociedades? Sin pretender reducir la respuesta, el trabajo colectivo de
pensadores, filósofos, pedagogos y por supuesto las comunidades han contribuido
al cambio constante de las dinámicas de la escuela, que si bien, aún se
evidencian falencias y permanencia del pensamiento y prácticas colonizadoras
que pretenden homogenizar las comunidades y las creencias, las acciones no se
han detenido y la pedagogía ahora, encaminada por diferentes matices, procura
por un cambio positivo en los procesos educativos que se espera también
transformen las sociedades.
Es así como la reflexión y puesta en acción continua
con observaciones sobre las pedagogías críticas reconocen que la enseñanza
desempeña un papel fundamental en la transformación sociocultural y ética. Ya
que la acción pedagógica actúa como un espacio privilegiado donde se pueden
modificar y moldear tanto las estructuras y normas establecidas, es decir, lo
instituido, como las nuevas ideas enfoque y valores que pueden surgir, es decir
lo instituyente (Quintar, 2018).
Conforme a los posicionamientos y las acciones encaminadas hacia la recuperación de
un pensamiento crítico, Ortega (2018) reconoce el renacimiento de la educación
popular que además brinda vías para resignificar a Colombia, en un momento
posterior al proceso de paz, acuerdos y las implicaciones educativas en la
construcción de una memoria histórica, es decir, que se sume a una pedagogía de
la alteridad, del vínculo y de un nos-otros en el que se enseña y se aprende:
un saber hacer, un saber estar y un saber dar.
Es así como por medio de la pedagogía de la memoria
reciente, entendida como “un campo epistémico cuyo objetivo es que los
estudiantes lean críticamente los hechos de violencia sociopolítica ocurridos
en determinadas coordenadas de tiempo y espacio, problematizados por distintos
actores sociales desde el presente” (Amador-Baquiro,
et al. 2021 p.1), se encamine a los sujetos a comprender lo ocurrido, cómo
dichos acontecimientos afectan la convivencia y estabilidad de la sociedad y se
propongan acciones de transformación.
Este ejercicio de voluntad política, llevado a cabo
por los actores del conflicto y las comunidades afectadas, ha encontrado en la
pedagogía de la memoria reciente un vehículo, de tantos, para dar voz a las
víctimas, promover la verdad y construir herramientas que reparen el daño
causado. En este contexto, las intervenciones de académicos, en espacios de
reflexión, han jugado un rol invaluable al edificar caminos hacia la no
repetición (la justicia restaurativa), ofreciendo herramientas que permitan
reflexionar sobre el pasado y promover la construcción de sociedades más justas
y conscientes de su historia (Amador Báquiro et al, 2021; Amador-Baquiro, 2023; Gómez, 2020; Restrepo, 2022; Serna et al.
2024; Pérez, 2025; Murillo-Arango, 2024).
Pedagogía
de las resistencias
En paralelo a las pedagogías populares y críticas nace
otra vertiente, las pedagogías de las resistencias. Estas pedagogías consideran
que la resistencia es la indignación política y moral sobre la conducta de
quienes ejercen el poder y de quienes son sometidos. Además, permiten la
transformación de las realidades al implantarse en los contextos locales
(Trujillo Castillo et al. 2024).
Por su parte, Giroux expresa tres principales nociones
de cómo ver la escuela y quienes pertenecen a ella. En primer lugar, considera
que existe una noción de agenciamiento humano, el cual no es completo ni
estático, es decir, que los sujetos no son sujetos pasivos que asumen la
dominación, sino que buscan comprender dichas estructuras de jerarquía del
poder que domina y sus limitaciones, tanto las del ejercicio del poder, como
las que poseen los sujetos para desafiarlo. Una segunda noción considera que el
poder es una relación dinámica que opera en múltiples direcciones y contextos;
es decir, que tanto en los modos de dominación como los actos de resistencia
existe una tensión que ejerce poder. Por último, la resistencia debe trascender
a desafiar el sistema, porque así los sujetos tendrían como prioridad pensar y
transformar las estructuras sociales (Giroux, 1986)
Gracias a estos pilares que reflexionan sobre los
propósitos de la escuela y, a su vez, proponen herramientas epistémicas para
cuestionar la producción del conocimiento desde perspectivas dominantes y abrir
espacios a epistemologías alternativas, se encuentra la trayectoria
investigativa de Soler (2019). Ella se enfoca en el análisis del discurso,
promoviendo una comprensión crítica del racismo especialmente en contextos
educativos, con el fin de proponer estrategias pedagógicas por medio del
cuestionamiento reflexivo (Soler, 2024) desde la perspectiva filosófica de
Echeverría (1996), quien concibe el lenguaje, como una dimensión central de la
construcción de la realidad humana.
Asimismo, Soler (2020) aborda las pedagogías de la
resistencia como un enfoque que “explora las formas en que se produce, mantiene
y plantea la oposición al poder” (p.52). Estas resistencias se manifiestan en
diferentes ámbitos como: resistir con conciencia, a través de la agencia,
críticamente, desde el discurso, en y con la diferencia.
Esta visión del lenguaje, como un dispositivo que
construye la realidad, además de las diversas formas de resistir que propone la
autora, tiene como propósito la transformación de prácticas pedagógicas y
el cambio de las relaciones sociales en
pro de la emancipación del ser en las comunidades. La emancipación, entendida
“desde Freire y Adorno […] como la construcción de sujetos autónomos, críticos
de la realidad y conscientes de su inquebrantable humanidad y dignidad;
comprometidos… por la transformación de las situaciones que oprimen y someten a
los individuos […]” (Soler, 2020; p.67), la cual proyecta la posibilidad de
desarrollar pedagogías otras que configuren actos de enseñanza y aprendizaje
en, para y con el otro. Una propuesta ética política que pretende cuestionar y
disminuir los prejuicios sociales y las jerarquías culturales.
Otro ejemplo, desde la pedagogía de la resistencia,
con un alto grado de reflexión como mujer afrodescendiente estadounidense e
influenciada por Freire, es bell hooks
, quien promovió una pedagogía comprometida que fomentara el diálogo, la
participación y el conocimiento ético. Para la autora el aprendizaje debía
integrar mente, corazón y espíritu, considerando las emociones como elementos
esenciales a la crítica. Ella sostiene que la educación debe ser un espacio que
libere y sea capaz de desafiar las normas establecidas. A parte de su postura
de la pedagogía de la transgresión. La escritora propone un enfoque educativo
que fomente el cuestionamiento constante, la reflexión crítica y la creatividad
en los estudiantes; por ello, ella invita a los educadores y se incluye, a que
“debemos reconocer que tal vez nuestros estilos de enseñanza deben cambiar (hooks, 2021; p.63).
En cuanto al aspecto político hooks
(2021) adoptó un enfoque en el cual abordaba el género, la raza y la clase como
estructuras de opresión; por tanto, su noción de feminismo cuestionó el
capitalismo y el imperialismo, con el propósito de buscar una justicia social
que reconozca y dignifique las diferencias.
Cabe aclarar que, a pesar de su admiración por Freire,
hooks (2021) señala la presencia de un lenguaje
sexista en la obra del autor, dado que algunas de sus expresiones perpetúan
desigualdades de género. No obstante, como activista social enfatiza en “la
importancia de mantener el reconocimiento de todo lo que hay que valorar y
respetar en su obra” (hooks, 2021; p. 79), y el
potencial que la misma pedagogía crítica de Freire propone al analizarse así
misma críticamente.
Por último, es conveniente resaltar el trabajo de
equipos o comunidades de práctica, desde las instituciones que promueven
concepciones pedagógicas que integren colectivos o personas, que aún no han
sido tenidos en cuenta o que siguen
siendo marginalizadas en el ámbito educativo (Calderón, 2019, León y
Romero, 2020); por tanto, se les dificulta tener condiciones óptimas sociales,
culturales, laborales.
Es así como el trabajo de Calderón (2014) incorpora la
tecnología para crear una propuesta de referentes curriculares, con el fin de
formar profesores de lenguaje y comunicación, enfocados en y para la
diversidad, promoviendo un enfoque inclusivo reflexionando los aspectos
variantes e invariantes del currículo. Mientras que los elementos invariantes
proporcionan una base teórica estructural, los aspectos variantes permitirán
que la práctica docente responda a las necesidades cambiantes de los estudiantes
y sus comunidades, con el fin de equilibrar principios universales con la
flexibilidad necesaria para abordar la diversidad.
Desde los aspectos invariantes de la epistemología del
lenguaje, la pedagogía y la didáctica Calderon (2014)
concluye que se formará al profesorado entendiendo que el lenguaje es más que
una herramienta comunicativa, dado que permite la transmisión y preservación de
la cultura; por tanto, el docente en su práctica podrá actuar como un agente de
transformación social.
Por otra parte, los aspectos variantes del currículo
permitirán que el profesor se adapte a contextos socioculturales y lingüísticos
de las comunidades educativas. Desde el nivel epistemológico del lenguaje,
estas variables podrían incluir la diversidad de manifestaciones lingüísticas,
discursivas verbales y no verbales de comunicación que potencien los procesos
de enseñanza y aprendizaje. En cuanto el ámbito pedagógico, las prácticas
podrían ajustarse a factores contextuales, culturales y necesidades específicas
de los estudiantes. Por tal motivo, se podrían utilizar estrategias didácticas
adaptadas a los objetivos, contenidos y dinámicas de cada grupo. Estos ajustes
podrían garantizar que la enseñanza del lenguaje sea inclusiva y pertinente en
entornos diversos.
En consecuencia, a la trayectoria investigativa se
puede observar la puesta en práctica de un currículo de formación docente
enfocado en la diversidad y diferencia en el trabajo conjunto de una comunidad
de práctica, en la creación de ambientes de aprendizaje virtuales pensado para
estudiantes con diversidad sensorial, cultural y social (Calderon,
2019).
En paralelo, es importante destacar la investigación
de León y Romero (2020), sobre metodologías que piensen la creación de
ambientes de aprendizaje, desde lo afectivo y accesible, teniendo en cuentas
aspectos cognitivos, afectivos y culturales con el fin de garantizar la
inclusión, para el éxito educativo en las instituciones universitarias. Por
ello, la construcción de ambientes de aprendizaje que estén diseñados para
atender la diversidad de estudiantes se puede abordar teniendo en cuenta las
necesidades particulares mediante estrategias que alimenten barreras físicas,
tecnológicas y pedagógicas. En este sentido, la accesibilidad será entendida
como un principio universal, que incluye el uso de herramientas tecnologías y
métodos didácticos que favorezcan la partición equitativa para promover un
aprendizaje significativo.
Además, pensar el enfoque de la afectividad, como un
elemento clave para el aprendizaje, conlleva a fomentar las relaciones
empáticas, motivadoras, de confianza y apoyo mutuo, fortaleciendo el bienestar
emocional de los estudiantes. Dicha interacción positiva entre docentes y
estudiantes, así como entre pares, promoverá un sentido de pertenencia y
cohesión grupal, elementos que contribuyen al éxito educativo y pueden reducir
los índices de deserción escolar.
La metodología propuesta por los autores incorpora la
innovación y la evaluación continua con el fin de garantizar la efectividad de
los ambientes de aprendizaje. El uso del diseño, la implementación y revisión
de las estrategias pedagógicas, permite adaptaciones según las necesidades
emergentes. Este enfoque pretende que los ambientes de aprendizaje también sean
flexibles y receptivos a los cambios en las condiciones, promoviendo la
incorporación de prácticas innovadores y culturalmente sensibles, para sujetos
y contextos diversos y diferentes.
Se hace evidente el trabajo de investigadores que
contribuyen desde instituciones formales de educación para transformar ética y
políticamente la formación de docentes a través del currículo y los ambientes
de aprendizaje. Esta perspectiva crítica, no ve a la académica como aparato
ideológico del Estado, que oprime y homogeniza a los educandos, sino como una
propuesta que dinamice los cambios necesarios para construir una sociedad más
equitativa, comprometida en la transformación de la educación y las sociedades.
Conclusiones
La exposición anterior lleva a una afirmación
contundente frente al cuestionamiento: ¿Y si otra educación fuera posible? Sí,
lo es. Lo ha sido y continúa siéndolo a través de la construcción reflexiva y
el accionar conjunto de comunidades sociales y académicos. En los trabajos
revisados, el esfuerzo individual y colectivo por cuestionar las relaciones
sociales, educativas, políticas y económicas ha permitido consolidar bases
sólidas para abordar aspectos de cambio dentro de la educación. Estos cambios son
producto de la adaptación natural que tiene la escuela a los requerimientos
sociales de cada época; por ello, la escuela cambia, se transforma y se adapta
a la evolución cultural, social y económica de las sociedades. Igualmente, la
noción de Hombre a lo largo de las épocas ha ido transformándose. Por ejemplo,
en la época antigua, se promulgaba por la preparación cívica y la vida pública,
pero supeditada a aquellos con ciertos privilegios; mientras que en la edad
media se imponía el teocentrismo cultural y la formación religiosa; ya con el
renacimiento y la promoción del humanismo, el ser humano se convierte en el
foco de atención para la filosofía y el posterior desarrollo científico de las
sociedades. Esta evolución sobre la noción de Hombre genera nuevas reflexiones
desde la pedagogía, dado que el tema de la educación (qué enseñar, a quién
enseñar y cómo enseñar) se transforma a la par del desarrollo cultural,
científico y socioeconómico de las naciones.
Si bien, la educación en la antigüedad y hasta el
Siglo XVIII fue exclusiva para las élites con el fin de mantener la obediencia
frente a valores instaurados para la jerarquía social de su momento histórico,
se desarrollaron diferentes conocimientos y saberes que hoy en día tienen
relevancia y permiten a su vez entender la historia sus desavenencias,
imbricaciones y consecuencias en aspectos políticos, sociales, económicos y
pedagógicos.
Cabe resaltar que los horizontes de pedagogías como
populares, críticas y de resistencia, entre otras fomentan la formación de
sujetos políticos y éticos que no perciban la diferencia y la diversidad, como
problemas a erradicar, sino como oportunidades para construir acercamientos a
través de programas, lineamientos y políticas públicas que promuevan el
reconocimiento, la aceptación el entendimiento y el trabajo en comunión con, en
y para la diversidad.
La lucha por la inclusión, comprender la afectividad y
transformar el currículo es una forma de resistencia al abandono y olvido que
muchas comunidades han experimentado a lo largo de la historia. Por tanto, las
propuestas de académicos investigadores pretenden que ninguna persona ya sea
por su etnia, condiciones físicas y psicológicas, diversidad u orientación
sexual quede por fuera del sistema educativo y a su vez gocen de oportunidades
que les permitan desarrollar un oficio o profesión que parta de sus intereses.
Los diferentes rumbos de la pedagogía, frente a las
perspectivas de la naturaleza, el individuo, la comunidad, han contribuido a la
formación de estos cambios que la educación ha tenido y que seguramente seguirá
teniendo. Pero estos cambios no son posibles en la idea de la universalización
de un único conocimiento y una única forma de enseñar, sino en la posibilidad
de lograr que todos los seres humanos sean reconocidos, incluidos y respetados,
desde una comunión del trabajo en equipo, a partir de un ejercicio de
comunalidad que fortalezca lazos que preserven los valores de una sociedad en
equidad. Esto será posible mediante la consideración de un ser humano distinto,
no concebido desde el fundamento en el individuo que aprende en la escuela,
como ha sido los últimos siglos, sino desde la consideración de la alteridad,
como una posibilidad de transformación colectiva, en la búsqueda del bienestar
de todos.
Consideraciones
finales
Constantemente se seguirán teniendo cuestionamientos
si la pedagogía cumple con los propósitos en diferentes contextos históricos.
Por ejemplo, investigaciones actuales: indagan por resaltar las diferentes
percepciones sobre la formación que reciben los estudiantes de especialidades
en el campo de la educación frente a los derechos de las personas en situación
de discapacidad y educación inclusiva (Morales-Endrino, et al, 2024). Analizan
las actitudes y aptitudes de educadores frente a la educación inclusiva que
posibilite el éxito educativo de esta población para que se sientan incluidos
dentro del aula (Culque Núñez, et al. 2024); y que
estos puedan alcanzar logros que sean significativos en su formación para
ejercer sus derechos como ciudadanos. Incluso, rastrean los principales motivos
por los cuales la población colombiana abandona la educación superior en
espacios digitales (Segovia-García, 2024).
Por lo anterior, no sobra preguntarse si ¿acaso se
contempla en los lineamientos u orientaciones curriculares las creencias de las
comunidades? ¿se respetan los vínculos con la naturaleza y las diferencias por
los otros en la construcción de
instituciones educativas? ¿realmente se crean comunidades educativas que
entiendan los contextos de los educandos y que estos tengan las posibilidades
de indagar, cuestionar y reaccionar ante las injusticias de discriminación por
ser diferentes y diversos dentro de la sociedad y en la escuela? Estas y otras
inquietudes han permeado las discusiones sobre el campo de la pedagogía por la
construcción de escuelas que tengan injerencia en la cimentación de un mundo
que incluya a todos, que transforme realidades y brinde la posibilidad de ser
sujetos emancipados.
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