Revista
PROPUESTAS EDUCATIVAS
VOLUMEN 5, Nro. 9 / ENERO-JUNIO 2023
ISSN: 2708 – 6631
ISSN-L: 2708 – 6631
Pp. 59 - 75
www.propuestaseducativas.org
Representaciones
sociales de la violencia de género en el noviazgo a partir del Trabajo Social
en la UMSS
Social representations of
gender violence in courtship from Social Work at UMSS
Marilia Rosario
Torrez Luizaga
mariliatorrez@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-7306-4828
Universidad Mayor
de San Simón, Bolivia
Artículo recibido el 14 de septiembre 2022 | Arbitrado el 22 de octubre 2022 | Aceptado el 20 de noviembre 2022 | Publicado el 02 de
enero 2023
RESUMEN
El artículo presenta
el avance de una investigación en curso, en relación a las representaciones
sociales de la violencia de género en las relaciones de noviazgo, en el ámbito
universitario. El objetivo es la caracterización de las representaciones sociales
de la violencia de género que impactan en las relaciones de noviazgo de
estudiantes en el ámbito de la Universidad Mayor de San Simón. La metodología se estableció en el paradigma
interpretativo, cualitativo relacionado con
el significado de la práctica social y el estudio del discurso de los propios
universitarios. Se ha logrado
identificar que las representaciones sociales de la violencia de género en las
relaciones de noviazgo, se establecen relacionados con la cultura patriarcal.
Por lo que los hombres tratan de invisibilizar que ellos también son víctimas
de violencia, precautelando las representaciones sociales de su masculinidad.
Ese tipo de representaciones sociales impactan negativamente en las relaciones
de noviazgo.
Palabras clave: Violencia de género;
Violencia en el noviazgo; Representaciones sociales; Universidad Mayor de San Simón.
ABSTRACT
The
article presents the progress of an ongoing investigation, in relation to the
social representations of gender violence in dating relationships, in the
university environment. The objective is the characterization of the social
representations of gender violence that impact the dating relationships of
students in the area of the Universidad Mayor de San Simón. The methodology is
established in the interpretive, qualitative paradigm related to the meaning of
social practice and the study of the discourse of the university students
themselves. It has been possible to identify that the social representations of
gender violence in dating relationships, were strengthened related to the
patriarchal culture. Therefore, men try to hide the fact that they are also
victims of violence, guarding the social representations of their masculinity.
This type of social representations have a negative impact on dating
relationships.
Keywords: Gender
violence; Violence in courtship; Social representations; University of San
Simón
INTRODUCCIÓN
La
violencia de género se ha constituido en una problemática que ha trascendido el
ámbito privado, para instalarse en lo público. Así vemos este
fenómeno en las relaciones de noviazgo de jóvenes en el ámbito universitario,
que se visualizan a partir de sus discursos. Según Pando (2017), los discursos
como el principal reflejo de creencias culturales y sociales que permiten explorar
y comprender la legitimización de la violencia de género. La violencia de
género, entendida según Izquierdo (2007), como cualquier acto perjudicial
perpetrado en contra de la voluntad de una persona, basado en diferencias de
género adscritas entre hombres y mujeres. Por la magnitud, gravedad y efectos
de dicho fenómeno en la salud de las personas, se ha declarado un problema de salud
pública a nivel mundial. En ese lineamiento, la violencia de
género en el noviazgo se plantea en base a la jerarquía de los hombres con
respecto de las mujeres, ubicándolas en una posición de subordinación respecto
a su pareja, lo que constituye el principal factor de riesgo de sufrir
violencia, lo cual implica una expresión de desigualdad y de injusticia entre
las y los jóvenes. (Castro y Casique,
2010)
Con el propósito de comprender y analizar los procesos de construcción,
legitimización, reproducción y socialización del fenómeno de la violencia de
género en las relaciones de noviazgo, se abordó a partir de la teoría de las
representaciones sociales, planteada por Moscovici (1985), la misma que permite
el acceso a los procesos de
organización de las ideas, comportamientos, creencias culturales y sociales.
Las mismas que ponen en vigencia dicho fenómeno social, como efecto del
lenguaje en el discurso, en los que se establecen significados y códigos que se
legitiman a través de las palabras y sus significados en los procesos
de comunicación. En ese sentido los discursos contienen símbolos y significados
que influyen significativamente en el comportamiento de las personas; los
mismos que se reconfiguran a través de procesos lingüísticos que facilitan la
estructuración de las representaciones sociales de la violencia de género.
La violencia de género desde la perspectiva de la
construcción social, se genera en base a valores, creencias y mitos que
circulan en el ámbito social. Los mismos que se ponen en vigencia a partir de procesos de
comunicación e interrelaciones entre personas en una comunidad. Dando lugar a la
formación de representaciones sociales compartidas y aceptadas en un ámbito
social determinado. Los mismos que se establecen y se socializan a partir de
instituciones como la familia, la escuela y los medios de comunicación.
En
esa lógica el conocimiento de la dinámica de la problemática de la violencia de
género en las relaciones de noviazgo en la comunidad universitaria de la UMSS, permitirá
orientar al desarrollo de estrategias de educación y prevención a partir de la
disciplina de Trabajo Social en base a un trabajo interdisciplinario, dada la
complejidad de dicho fenómeno y su incidencia negativa en la vida de los
universitarios que la enfrenta.
Es importante mencionar que la Comunidad Científica
Internacional reconoce las prácticas sociales desarrolladas por el trabajador
social, a partir de procesos de socialización preventiva de la violencia de
género, enmarcadas dentro del Método de Intervención Comunitaria del Trabajo
Social (Gómez, 2004, Oliver y Valls, 2004). Lo que, determina que el rol
profesional del trabajador social, es elemental en los problemas
sociales, pero particularmente en los procesos de lucha contra la violencia de
género. A partir de
programas de atención y contención de las víctimas de violencia, en base al
método de intervención social individual y familiar y por otra parte de
programas de prevención y educación, a partir de métodos de intervención grupal
y comunitario del Trabajo Social, aplicando una serie de estrategias orientadas
a cumplir con los objetivos establecidos. En consecuencia, se presenta datos relevantes de las
representaciones sociales de la violencia de género en las relaciones de
noviazgo en la UMSS.
MÉTODO
La investigación se estableció
enmarcado en el paradigma interpretativo de corte cualitativo. Este paradigma nos permitió
comprender la realidad en su naturaleza dinámica y diversa, ya que va dirigido al
significado de las acciones humanas y de la práctica social, en este caso a las
representaciones sociales de la violencia en las relaciones de noviazgo.
La investigación partió
de un diseño fenomenológico, en la que las preguntas están orientadas a conocer
sobre la esencia de las representaciones sociales y las experiencias respecto
al fenómeno o proceso de las
interacciones violentas en las relaciones de noviazgo en estudiantes
universitarios, en base al análisis de discursos, así como en la búsqueda de sus posibles
significados.
Técnicas de recolección de la Información
En el
proceso de investigación se aplicó la
técnica de: Grupos focales, en la que se constituyeron cuatro grupos, con estudiantes conformados
entre 5 y 6 componentes de ambos sexos. De diferentes unidades académicas. El
grupo de Trabajadores Sociales profesionales, ha estado conformado por 5
profesionales que trabajan en diferentes instituciones relacionadas con la
problemática de la violencia. Habiéndose privilegiado el habla como medio de
comunicación de los participantes.
RESULTADOS
Las
representaciones sociales de la violencia de género en las relaciones de
noviazgo de estudiantes universitarios
Si bien se
han logrado avances significativos en relación a la igualdad de género en los
diferentes ámbitos de la sociedad, no obstante, en la actualidad aún podemos
encontrar factores culturales, sociales, políticos y económicos que no permiten
un desarrollo equitativo para hombres y mujeres en los diferentes ámbitos de
convivencia ciudadana. Entre ellas las instituciones universitarias que no son
ajenas a la presencia de la violencia de género, constituido en un problema
estructural relacionado con el sistema de organización de las sociedades. En
ese sentido, la violencia de género se ha declarado un problema de salud
pública a nivel mundial, debido a la magnitud, gravedad y efectos en la salud
de las personas.
En la actualidad, la violencia de
género ha trascendido del ámbito privado, para instalarse en el ámbito público
y social. Así vemos el ámbito universitario, un espacio donde con frecuencia se
ven casos de violencia en las relaciones de noviazgo. Esa situación, permite
ver la importancia de abordar este fenómeno a partir de los discursos de los
propios universitarios. Entendiendo el discurso como el principal reflejo de
creencias culturales y sociales, como representaciones sociales que permiten explorar
y comprender la legitimización de la violencia de género en las relaciones de
pareja (Pando, 2017), lo que muestra la importancia de identificar en los discursos la
incidencia en la construcción del concepto de violencia de género en la
sociedad, por cuanto estos pueden concretar los factores que la mantienen y
refuerzan. (Del Rio, 2018).
En ese sentido, con el propósito
de comprender y analizar los procesos de construcción, legitimización,
reproducción y socialización del fenómeno de la violencia de género en las
relaciones de noviazgo, se abordó a partir de la teoría de las representaciones
sociales, planteada por Moscovici (1985), que facilita el acceso a los procesos de organización de las
ideas, comportamientos, creencias culturales y sociales que ponen en vigencia
dicho fenómeno social, como efecto del lenguaje en el discurso, en los que se
establecen significados y códigos que se legitiman a través de las palabras
y sus significados en los procesos de comunicación.
En
consecuencia, los datos obtenidos en primera instancia son a partir de la
narrativa discursiva de los estudiantes a través de la técnica del “grupo focal”, constituido en una
técnica de investigación cualitativa. En la que se trabajó a través de la
interacción discursiva y comunicacional de los participantes. Orientado a conocer las
ideas y las creencias en relación a las representaciones sociales de la
violencia de género que impactan en las relaciones de noviazgo.
Experiencias
familiares y las relaciones de noviazgo
Para desentrañar la influencia de las dinámicas familiares
en el tipo de relaciones que elaboran los estudiantes universitarios en las
relaciones de noviazgo se basó en la interrogante: ¿Cómo inciden las normas,
valores y mensajes de la familia en las relaciones de noviazgo?
Un
elemento que surge en el discurso de uno de los componentes de grupo focal “Yo creo que la educación que nos dan los
papas, es lo que somos los hijos” (universitario - Grupo focal). Lo que establece que las normas,
valores y mensajes determinados en la familia de alguna manera inciden en la constitución
de los modelos de conducta de los hijos, con los que se van a relacionar con su
entorno social próximo. Al respecto, desde la perspectiva de una trabajadora
social que trabaja con población que enfrentan violencia manifiesta que “cada familia establece normas y valores implícitas que los hijos tratan
de cumplir y entre ellas se encuentra las formas de relacionarse entre los
miembros de la familia y fuera de la familia, va a determinar las formas de
relacionarse con sus parejas cuando los hijos tengan edad de tener pareja. (Trabajadora
social - Grupo focal).
En ese sentido la familia se constituye en la esfera social
en la que toda persona asume y reproduce las pautas de conducta que la
conforman como individuo (Montesinos, 2002), así como la asignación de la
identidad de género en forma diferenciada para hombres y mujeres. Estableciendo
el desempeño de roles diferenciados para
ambos, en base a normas y valores establecidos al interior de la familia. Así
lo masculino se encuentra relacionado con la racionalidad, el poder y su
desempeño en el ámbito público y lo femenino con la dependencia, la obediencia,
relacionado al ámbito privado. Asumiendo a
partir de los mismos, estilos
cognitivos, actitudinales y conductuales; códigos axiológicos y morales y
normas estereotípicas de la conducta asignada para cada género (Walker y Barton, 1983).
Uno de los indicadores que surgió a través del
discurso de los participantes fue “los
modelos de conducta son elaborados en la familia” (universitario – grupo
focal), constituido en las formas de relacionarse con los demás en base a las normas y
valores vigentes en el ámbito familiar, como mecanismos de integración abiertos
y múltiples de la cultura, que han influido durante toda la vida de los
individuos. (Araujo y Martuccelli, 2010).
Esos modelos de conducta adquiridos en
las familias, generalmente tienden a perpetuar y reproducir las
desigualdades entre mujeres y hombres en su vida social. Lo que implícitamente va a incidir en
las formas de relacionarse en la sociedad y particularmente con sus parejas en
las relaciones de noviazgo. Haciendo que las mujeres al incorporar normas y
valores de sumisión o dependencia aprendidos en la familia establecidos en el
sistema patriarcal, se pongan en situación de mayor vulnerabilidad ante
comportamientos violentos de su pareja. Al respecto, Coria (2005), hace
referencia que las mujeres desde niñas aprenden a descifrar los deseos
de quienes las rodean, primero de los padres y las personas de su entorno,
luego de sus compañeros amorosos y finalmente sus hijos/as. Lo que pone de
manifiesto que muchas mujeres reproducen las normas y valores de la familia en
sus relaciones de pareja.
Naturalización de la
violencia en la familia y su incidencia en las relaciones de noviazgo
Se basó en la interrogante: ¿Creen que el haber sido víctima o testigo de violencia en su familia
durante su niñez, afecta en su relación de noviazgo?
La familia
considerada en primera instancia un ámbito de protección y seguridad, sin embargo,
también podría constituirse en un ámbito de riesgo en la que se favorece la victimización y la perpetración de la
violencia. Según Póo y Vizcarra (2011) en
la familia se produce la naturalización de la violencia, cuando los hijos desde
su primera infancia, han sido maltratados
por los padres a través de castigos físicos y/o palabras hirientes que
impactan en su autoestima.
Al respecto uno de las universitarias manifestó: “Parecía normal que los
papas se peleen de todo, incluso cuando le pegaba a mi mama. Eso veía mi
hermano mayor y también él nos pegaban a las menores y cuando tuvo su primera
chica, problemas tuvo con sus papas de ella, porque le había golpeado y le
llevaron a la FELC, porque ya tenía 20 años” (universitaria
- grupo focal). Lo que muestra el impacto directo de las relaciones violentas
de los padres en los hijos que asimilan y reproducen
en primera instancia en los hermanos menores, haciéndose visible la presencia
de relaciones de poder y que más tarde salen del ámbito familiar, para impactar
en las relaciones de noviazgo con consecuencias graves en algunos casos. No
obstante, por el discurso del universitario, parecería que la violencia se
encuentra arraigada en su conducta, como algo natural del hombre que tiene
prerrogativas frente a su pareja. Al respecto Asensi (2007)
menciona, que los niños que fueron
maltratados o expuestos a violencia en el contexto familiar, de mayores con más
frecuencia y probabilidad maltratarán a sus parejas y que las niñas serán
víctimas de violencia de género.
Al
haber recibido maltrato en forma recurrente, al interior de la familia, muchos
jóvenes han naturalizado la violencia, asumiendo que es algo normal como forma
de resolver conflictos en las relaciones de pareja. Otro estudiante manifiesta:
“Es cierto que los papas casi siempre pelean y muchas veces han llegado a
las manos, pero creo que eso no debe afectar en los hijos. Lo mismo pasa con mi
chica, algunas veces peleamos, creo que eso es normal en todas las parejas” (Universitario
- grupo focal). El discurso del estudiante, ejemplifica claramente que los
hijos que han sido testigos de actos de violencia entre sus padres en la
familia en forma reiterada, tienden a normalizar y reproducir esa conducta en
las relaciones de noviazgo. Según
Bourdieu (2000) al no reconocerlas como violencia, las integraron en sus
conductas como prácticas normalizadas, reproduciéndolas como parte de su
capital cultural, interiorizado de manera inconsciente en sus estructuras
cognitivas y de valores.
Así mismo surgen discursos como: “La verdad es que en mi casa nunca he visto
que mi papa, le pegue a mi mama, al contrario, mi mama es la que le trata mal
casi siempre porque lo que gana no alcanza para todo lo necesario. En ese caso,
son las mujeres que maltratan a los hombres y eso tampoco está bien”. (universitario
- Grupo focal). Lo que muestran, otra cara de la
violencia, cuando las mujeres ejercen violencia en contra de sus parejas, por
diferentes motivos, como el factor económico como una demanda al cumplimiento
de los roles asignados. Dejando establecido la influencia de la cultura
patriarcal, la misma que le otorga al hombre el rol de proveedor que se encuentra
vigente en el imaginario colectivo de las personas y ante el incumplimiento de
ese mandato se produce violencia psicológica y emocional en contra del hombre.
Las relaciones interacciónales de los padres parecería que se han
naturalizado cuando escuchamos discursos como: “Yo creo que la violencia que han vivido en sus familias, no solo aprende
los hijos, las hijas mujeres también han aprendido y se ve como algunas chicas
tratan a sus chicos, a sopapos les agarran y ellos calladitos se aguantan para
que no les digan maricones” (universitaria
– grupo focal). Al respecto, Hyde (1995), menciona que no existe evidencia
científica que demuestre que los hombres son por naturaleza más violentos; pero
si hay constancia que durante el proceso de socialización las persona aprenden
a expresar o inhibir actitudes agresivas en sus relaciones de acuerdo a los
mandatos sociales en relación a ser hombre o ser mujer. No obstante, la violencia en contra de los
hombres se da en casos reducidos, siendo la violencia en contra de las mujeres
la que se da con mayor frecuencia.
Según el
discurso de una trabajadora social que participo en el grupo focal manifiesta
que “en la mayoría de los casos de violencia que se ha atendido; cuando
vemos los antecedentes familiares del agresor, generalmente encontramos
antecedentes de violencia en las relaciones de los padres del agresor cuando
era niño. En ese lineamiento, Castro y Vázquez
(2008), establecen que la exposición a violencia en un contexto social
determinado parece tener efectos en la victimización y perpetración de actos
violentos en contextos diferentes a la familia. Como consecuencia de procesos
de aprendizajes incorporados desde la niñez (Díaz-Aguado, 2006).
Relaciones
de noviazgo desde la perspectiva de los estudiantes universitarios
La percepción de noviazgo
para los estudiantes universitarios, tiene una connotación de género definida
en la que se puede visibilizar claramente que no se trata de una relación
idílica e inocente. Por el contrario, sus narrativas tienen una connotación
profundamente arraigada en una cultura patriarcal, que vienen desde las
vivencias en sus familias. Habiendo quedado claramente diferenciado las
representaciones sociales de ser hombre y ser mujer en una relación de noviazgo
en la que se reconoce implícitamente una jerarquía superior a los varones sobre
las mujeres y que define patrones de conducta en la vida de pareja.
A la pregunta ¿Qué es el noviazgo para ustedes?, responde
con mucha seguridad: “en una relación de
noviazgo los hombres son responsables de su pareja y de sus planes futuros (universitario
– grupo focal). De hecho, la respuesta tiene una connotación profunda, en
términos de género. Cuando en su discurso se evidencia la vigencia de
estereotipos de género enmarcados en una cultura patriarcal. Al asumir que como
hombres tienen autoridad sobre sus parejas, poniendo a las mujeres como
dependientes y más evidente aun cuando asumen que ellos tienen en sus manos la
decisión de planes futuros, en la que en ningún momento toma en cuenta a su
pareja, marcando el manejo del poder en las relaciones de pareja.
Por otra parte, los
discursos de las mujeres que van en el mismo lineamiento, complementando las
narrativas de los hombres, cuando manifiestan: “en una relación de noviazgo se espera que la pareja
nos proteja y nos de seguridad a las mujeres” (universitaria
- grupo focal), poniendo en evidencia su posición de dependencia, que concuerda
claramente con los estereotipos de género que se encuentran vigentes en las
representaciones sociales de ser hombre y de ser mujer. Asumiendo plenamente
que los hombres tienen el manejo de la autoridad, asignándole mayor prestigio,
por tanto, un poder legitimado en las relaciones sociales.
Ante esa realidad, la perspectiva de género permite identificar
la ideología que orienta en el desarrollo de las relaciones de poder y la
incidencia del sistema sexo-género como generador de desigualdades sociales. A
decir de Bourdieu (2000), los prejuicios y estereotipos de género se encuentran
inscritas en la objetividad de las estructuras sociales y en la subjetividad de
las estructuras mentales, los mismos que se constituyen en instrumentos de
conocimiento, categorías de percepción y pensamiento que se establece en la sociedad como una construcción cultural de la
diferencia sexual. Las mismas que asigna una significación diferenciada a lo
masculino y a lo femenino sobre la base de valores y creencias que se generan
en un ámbito social. Así mismo, Lamas (2022), menciona que la acción simbólica
colectiva, se encuentra constituido por representaciones sociales que le dan
atribuciones a la conducta objetiva y subjetiva de las personas de acuerdo
a la cultura y al momento histórico, en la que la diferencia sexual sustenta la
simbolización del género como a la estructuración psíquica.
En ese sentido las
representaciones sociales de noviazgo desde el supuesto de los estudiantes
universitarios se construyen a partir de sus vivencias y su narrativa que se
ajusta a una cultura patriarcal, que reconoce una jerarquía superior a los
varones sobre las mujeres y que define patrones de conducta en la vida de
pareja. La
perspectiva de género permite percibir las formas en que la cultura asigna
significados al ser mujer y a ser hombre en forma diferenciada, establecido en
construcciones culturales que tienen origen en las creencias que circulan como
mandatos simbólicos en todas las sociedades y se encuentran arraigados como
representaciones sociales que inciden inconscientemente en los comportamientos
de hombres y mujeres en las relaciones de pareja en forma muy natural.
Manifestaciones de la violencia de género en las
relaciones de noviazgo de estudiantes universitarios
La
violencia en el noviazgo desde el planteamiento de Pueyo (2009), muestra como
un conjunto complejo de comportamientos, actitudes, sentimientos, prácticas,
vivencias y estilos de relación entre los miembros de una pareja, que producen
daños, malestar y pérdidas personales. Esa situación conlleva a diferentes
formas de relacionarse como pareja en la que se encuentra implícita la intención de
dominar y someter a partir de diferentes acciones que debilitan la voluntad y
la autoestima de su pareja.
El
significado de la violencia de género en el noviazgo y los tipos de violencia
que se dan con mayor frecuencia en el contexto universitario se identifican a
través de los
discursos expresados por los mismos universitarios, en la que uno de
ellos manifestó: “en las parejas de la universidad vemos con más frecuencia que ambos se
celan, se revisan sus celulares como para encontrar algo, y por eso termina en
peleas y generalmente de parte de los hombres”. (universitario – grupo focal). Dicha expresión pone en evidencia
que ambos miembros de la pareja ejercen violencia psicológica (celos, invasión
de su privacidad, insultos), llegando a la violencia física, como consecuencia
de la violencia psicológica.
Al respecto Alegría del Ángel y
Rodríguez (2015), hacen referencia que la violencia, no tiene exclusividad de sexo,
considerando la simetría de género de los actos violentos en el noviazgo.
Planteamiento que es corroborado con el discurso de otro universitario que manifiesta:
“No
siembre son los hombres los que agreden a las mujeres, en muchos casos son
ellas las que les celan y les hacen persecución y eso también debe ser
violencia de género contra los hombres, les amenazan con terminar y por no
pasar por eso, muchos ceden y hacen lo que ellas quieren. Muchas mujeres son
muy dominantes”. (universitario
– grupo focal), poniendo en
evidencia su postura de víctimas de violencia en las relaciones de noviazgo. Lo
que plantea que la violencia es ejercida sin diferencia de género,
identificando que algunas mujeres también asumen actitudes dominantes con sus
parejas.
Parecería que existe una tendencia a
cambiar la vigencia de los roles y estereotipos tradicionales asignados a
hombres y mujeres en forma diferenciada. Sin embargo, muestran lo contrario los
actos de violencia diferenciada por sexo que se desarrollan en el cotidiano. Lo
que se plasma en el discurso: “La
violencia muchas veces es inevitable en las relaciones de novios, sobre todo
cuando su pareja no lo respeta y quiere hacer sus cosas por su lado. En esos
casos pues…los hombres les prohíben tener amiguitos”
(universitario – grupo focal). Expresión
que refuerza la vigencia de estereotipos de género establecidos en una cultura
patriarcal, donde las mujeres siguen siendo el centro de la violencia
y donde los hombres se arrogan el derecho al dominio. Revelándose cierto tipo fragmentación y
crisis de los modelos hegemónicos de masculinidad y feminidad, no obstante, se
siguen promoviendo el mantenimiento de relaciones desiguales a partir de las
instituciones primarias como la familia, la educación y los medios de comunicación.
Tipos de
violencia de género en las relaciones de noviazgo
La violencia
de género un fenómeno cuya estructuración responden a las dimensiones de
carácter histórico, social y cultural, que se instauran en las relaciones de
noviazgo. Las mismas se manifiestan como formas de violencia física, sexual y
psicológica. Algo que llama la atención en estos casos es que la violencia
sexual, no lo identifican como violencia en primer término, si no como una
causa de otros tipos de violencia y que generalmente se da por parte de los
hombres como manifiestan: “Creen que por que son
pareja, las mujeres tienen que hacer lo que ellos quieren, especialmente en las
relaciones sexuales y si no se les complace, son los celos, los gritos y hasta
los golpes en muchas veces” (universitaria – grupo focal). Parecería que
la agresión sexual pasa a segundo plano, pero a su vez se constituye en una
causa importante para la generación de otros tipos de violencia, como expresa
otra universitaria: “La violencia en mi
relación casi siempre se da cuando no hago lo que él quiere y casi siempre
reacciona mal, por ejemplo, cuando me llama a su cuarto y no voy porque tengo
clases, él me amenaza con dejarme y me cela con mis compañeros y si no le sigo
el juego, pues…terminamos en una pelea y solo por eso muchas veces me ha
pegado, los hombres son así, son impulsivos”.(universitaria – grupo
focal). Y que, en último término, son ellas mismas las que justifican el
comportamiento agresivo de sus parejas.
Por los
discursos emitidos en los grupos focales, la violencia en las relaciones de
noviazgo se desarrolla en forma bidireccional, desarrollando diferentes tipos
de violencia. Lo que se observa en el discurso de una
universitaria: “no todas las mujeres son
santitas, hay chicas que les tratan mal a sus parejas y les humillan frente a
sus amigos y bueno que pueden esperar después cuando están a solas y eso ellas
mismas se lo buscan” (universitaria – grupo focal). Una manifestación en la
que las mismas mujeres justifican y presagian episodios de violencia de género, expresado en tono de reproche.
Ese hecho muestra que, en el imaginario colectivo, aún se encuentra
vigente una cultura patriarcal, en la que se justifica y reconoce a los hombres
con mayor derecho en relación a las mujeres y lo que le da el derecho al castigo.
Legitimándose en base a normas y creencias
que establecen y legitiman las relaciones de subordinación de las mujeres a los
hombres, generando procesos de sometimiento y control como formas de violencia.
Al respecto Bourdieu (2000) hace referencia a la dominación masculina, que se
manifiesta a partir de ciertas prácticas sociales que legitiman y reproducen la
subordinación de las mujeres frente a los hombres.
Invisibilización de la violencia
de género en el noviazgo en el ámbito universitario
La violencia en las parejas de novios muchas
veces pasa desapercibida en su entorno social, debido a que tratan de ocultar o negar. Dando lugar a que se invisibilice la
violencia en las relaciones de noviazgo, por lo que recién en la década de
los 80 se reconoce como un problema de salud pública (Foshee et al., 2004). Lo que no significa que anteriormente no existía ese problema, sino
que simplemente fue invisibilizado y hoy recién se considera como un ámbito
importante de investigación, por las connotaciones negativas que tiene en los
jóvenes.
La violencia en el noviazgo en el contexto universitario, es una
realidad latente de la cual muy poco se habla debido a varios factores como
manifiesta en su discurso un universitario: “Al estar en la universidad y
estar estudiando una carrera profesional, ya son más preparados y sería una
vergüenza que los hombres se hagan faltar al respeto con sus chicas, por eso la
mayoría de los hombres se aguantan y no comentan con nadie, aunque muchos
saben, pero nadie dice nada, pasa como si nada hubiera ocurrido. Lo mismo pasa
con las mujeres, se aguantan para no ser mal vistas” (universitario – grupo focal). Por
una parte, pone en relevancia el status de universitario que aparentemente les
diferencia de otros jóvenes al estar cursando una carrea profesional. Situación
que se encuentra profundamente arraigado en el imaginario colectivo, lo que
hace que repriman y escondan cualquier situación por temor a la censura social.
Según Sánchez y Solís (2009) el imaginario social y los discursos
civilizatorios han hecho de la figura del estudiante universitario, personas
racionales, disciplinados, con certezas y posibilidades de superación, por lo
que rechazan o reprimen todo aquello que simbolice una imposibilidad ante su
ser racional. Lo que hace que tienden a negar todo acto de violencia que puede
simbolizar una pérdida de su status social ante su entorno social universitario
y familiar o pérdida de dominio y poder para los hombres en el contexto de una
cultura patriarcal, en la que se les ha asignado mayores privilegios en
relación a las mujeres. Al respecto vemos
el discurso: “… bueno los hombres
cuando son víctimas de violencia, tienden a ser juzgados porque el hecho de ser
hombres, al hombre lo ven como más fuerte, a ellos se les ve imposible que
sufran de violencia como si estuvieran mintiendo, en caso de las mujeres le
tienen ya vergüenza como así por decirlo, porque si bien ante la sociedad se
pueden mostrar fuertes, no quieren mostrar ese talón de Aquiles… (universitaria – grupo focal).
Esos discursos ponen en evidencia, que las
representaciones sociales de lo que significa ser hombre en una cultura
patriarcal, es una persona con mayor jerarquía, con el manejo del poder en sus
relaciones de pareja y por consiguiente un dominio sobre las mujeres. Lo que
hace que los hombres oculten que alguna vez han sido víctimas de violencia.
Como manifiestan en la conclusión de un grupo focal mixto: “Los varones son quienes tienen más vergüenza de
admitir la situación de violencia que están viviendo, ya que en la sociedad es
más común ver que las víctimas sean las mujeres, y los hombres al denunciar las
situaciones violencia no son escuchados y son más bien víctimas de burlas y el
temor al qué dirán, de la misma manera las mujeres no denuncian y prefieren
ocultar la violencia que sufren por el temor a los chismes y al qué dirán,
porque ya estamos en la universidad”(conclusión de un grupo focal).
Evidenciándose la vigencia de una cultura patriarcal en las
prácticas sociales y en las formas de relacionarse con sus parejas. En la que
no es admitida que los hombres sean violentados debido a la asignación de su
status.
Por su parte las mujeres también tienen a ocultar la
violencia que sufre de parte de sus parejas, en el ámbito universitario, como
manifiesta: “La verdad es que a ninguna chica le gustaría que
todos le miren con pena, porque sus parejas les tratan mal y hasta les golpean,
después eso se propaga y ya le miran mal a una. Por eso, cuando mi chico alguna
vez está empezando a levantarme la vos en delante de mis amigas en la Facu, yo
prefiero irme con cualquier pretexto y si él viene por mi detrás seguro es la
pelea y como él es hombre se pone más violento. Pero prefiero que sea en un
lugar a solas donde no vean mis amigas, porque me moriría de vergüenza. Por eso
no quiero que nadie se entere que peleamos, todos creen que él es un pan de Dios” (universitaria – grupo focal). Expresión que denota
una naturalización de la violencia sufrida de parte de su pareja. Sin embargo,
sale a la luz, algo muy profundo cuando manifiesta que no quiere que la
violencia sea en público (delante de sus compañeros universitarios) y busca un
ambiente privado lejos de las miradas de sus compañeros aceptando en forma
resignada la violencia, que según Perrone y Nannine (2000) se trata de una
violencia castigo.
Ese
tipo de situaciones hace que hombres y mujeres oculte o niegue tal situación,
visibilizando la violencia en los contextos universitarios.
DISCUSIÓN
El estudio de las representaciones sociales de violencia de
género en las relaciones de noviazgo de estudiantes universitarios, se abordó a
partir de los discursos sociales en las voces de los propios universitarios. Al
respecto Moscovici (2007), considera que el análisis del discurso aporta una
visión dinámica, histórica y cultural de los fenómenos sociales y la
construcción del sentido común, al adoptar los contenidos científicos,
reelaborándolos de forma creativa en la interacción social. Por su parte Rodríguez
(2007), hace referencia al carácter discursivo de las representaciones
sociales, y a la constitución de sistemas simbólicos culturales.
En ese sentido las representaciones sociales de la
violencia de género, que circulan en el ámbito universitario instituidas en
creencias, actitudes y percepciones sociales, tienen incidencia en la
construcción de la visión del mundo y la constitución de las formas de
comportamiento y formas de relacionarse con su pareja en el noviazgo,
concretándose algunas veces en acciones de violencia. Funcionando como formas
de anclaje en las representaciones sociales, con implicancias en su vida
cotidiana. (Ariza, 2013).
En los discursos de los universitarios se estableció que las representaciones sociales de
la violencia de género, se encuentran asociados con actos violentos
relacionados con la pertenencia al sexo femenino. No obstante, en los discursos
también surge el reconocimiento de la violencia ejercida en contra de los hombres,
lo que aparentemente estaría negando la vigencia de las asimetrías de género
establecidas por la cultura patriarcal, en la que los hombres tienen el manejo
del poder. Ante esa situación los hombres que son víctimas de
violencia tratan
de invisibilizar esa situación a partir de la negación y el ocultamiento, por
el temor a la censura de su entorno social, precautelando las
representaciones sociales de su masculinidad hegemónica como figura de
autoridad. Constituyéndose
la
violencia contra las mujeres el núcleo de las representaciones sociales de la
violencia de género, impactando negativamente en las relaciones de
noviazgo.
Otro
fenómeno que se exteriorizo en los discursos es culpabilización de la violencia, a las mujeres víctimas a quienes se les
atribuye la responsabilidad de la emergencia de actos violentos, ante el
incumplimiento de los mandatos asignados a su condición de mujer. De manera similar en el estudio realizado por Del Río (2018), se encontró que en muchas ocasiones las mujeres son consideradas responsables de que
ocurran actos violentos. Corroborando de este modo, el cumplimiento de la
función justificativa de las representaciones sociales, al interpretar que las
causas de los comportamientos violentos son ajenas a la voluntad de los agresores.
Así mismo en la investigación realizada por Pando (2017), se encontraron datos
similares en relación a las representaciones sociales de la violencia de género
en mujeres y hombres.
Ante este fenómeno, es importante
considerar el diseño de políticas sociales e instituciones orientadas a superar
la violencia que afecta a una gran parte de la población universitaria y la población
en general. Por lo que se deber promover nuevas estrategias metodológicas de educación y prevención a partir
de la disciplina de Trabajo Social, en base a un trabajo interdisciplinario orientado a reconfigurar los
pensamientos y las representaciones sociales. Orientadas a la construcción de
relaciones basadas en el respeto y la equidad de género a partir de acciones participativas
de educación y concientización.
CONCLUSIONES
El
abordaje de la violencia de género en las relaciones de noviazgo a partir de
las representaciones sociales de Moscovici (1985), permite identificar y
analizar las creencias, valores e ideas que se comparten en el ámbito
universitario, generando procesos de legitimización, construcción y
reproducción de la violencia de género, compartida por un colectivo.
Desde
esa perspectiva, a partir del discurso de los estudiantes universitarios de la
Universidad Mayor de San Simón – UMSS, se ha podido identificar que las
representaciones sociales de la violencia de género en las relaciones de
noviazgo, se establecen en los diferentes tipos de violencia. Donde el agresor
hace manifiesto su poder y autoridad sobre su pareja, estableciendo un status
superior frente a su entorno y su pareja, en cambio la persona agredida se
constituye en víctima. Las mismas que tienden a justificar cualquier tipo de
agresión de su pareja como algo normal establecido en su condición de hombres.
Las
dinámicas de violencia en las relaciones de noviazgo, se manifiestan como una
reproducción de las experiencias vividas en el ámbito familiar desde la
infancia, como testigo o como víctima, lo que hace que la violencia se
naturalice en las relaciones de noviazgo.
Esa
situación, pone en manifiesto que las representaciones sociales de la violencia
de género se establecen relacionados con la cultura patriarcal, asociada al
predominio masculino sobre el femenino. No obstante, cuando los hombres son
víctimas de violencia de parte de sus parejas, estos tienden a invisibilizar esa
situación, tratando de precautelar las representaciones sociales de su
masculinidad.
Otro
aspecto que se encuentra generalizado es la circulación de la idea
civilizatoria de estudiantes de nivel superior, por lo que no se admite la
violencia, lo que hace que hombres y mujeres traten invisibilizar negando y
ocultando, con consecuencias graves para los involucrados. Esa situación ha
hecho que no se desarrollen programas de prevención y educación tendientes a
superar esa problemática.
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