Revista
PROPUESTAS EDUCATIVAS
VOLUMEN
5, Nro. 9 / ENERO-JUNIO 2023
ISSN: 2708 – 6631
ISSN-L: 2708 – 6631
Pp. 10 - 27
www.propuestaseducativas.org
La investigación educativa como didáctica en la
enseñanza de la posverdad. Análisis de contextos
Educational research
as didactics in the teaching of post-truth. Context analysis
Antonio Nadal Masegosa
antonionm@uma.es
https://orcid.org/0000-0002-2788-0058
Grupo Internacional de Investigación Eumed, Málaga, España
Artículo recibido el 08 de septiembre 2022 | Arbitrado el 11 de octubre 2022 | Aceptado el 22 de
noviembre 2022 | Publicado el 02 de enero 2023
RESUMEN
La distorsión
deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir
en la opinión pública y en actitudes sociales, es la definición actual de la posverdad.
En la promoción de la profesión docente universitaria, las presuntas verdades
son regidas por revistas incluidas en rankings establecidos por multinacionales
como Clarivate o Elsevier, bajo el amparo de acuerdos con todo tipo de
instituciones universitarias a nivel internacional y local, como con la
Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), dependiente del
Ministerio de Ciencia e Innovación español. Las distintas concepciones
filosóficas de la verdad quedan reducidas a aquellas determinadas por las
temáticas que las revistas imponen, sin impacto real en políticas educativas o
en las realidades que se viven en los centros de enseñanza, las cuales vienen
marcadas por una agenda neoliberal que en ningún caso las revistas cuestionan.
Palabras clave: Educación; Enseñanza;
Investigación; Multinacionales; Publicaciones científicas
ABSTRACT
The deliberate distortion of
reality, which manipulates beliefs and emotions to influence public pinion and
social attitudes, is the current definition of post-truth. In the promotion of
the university teaching profession, the supposed truths are governed by journals
included in rankings established by multinationals such as Clarivateor Elsevier,
under agreements with all types of university institutions at the international
and local levels, such as the Spanish Foundation for Science and Technology
(FECYT), dependent on the Spanish Ministry of Science and Innovation. The different
philosophical conceptions of truth are reduced to those determined by the issues
that the magazines impose, with no real impact on educational policies or on the
realities that are experienced in schools, which are marked by a neoliberal
agenda that in no case magazines question.
Keywords: Education; Teaching; Research; Multinationals; Scientific journals
INTRODUCCIÓN
La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología
(FECYT), dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, lleva renovando lo
que denomina licencias nacionales desde hace más de una década. En el caso de
Web of Science, desde 2004, y en el caso de Scopus, desde
2011. En el caso de la última renovación, hasta la fecha de esta investigación,
que incluye el período 2021-2023, participaron representantes de la Conferencia
de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), Universidades, Organismos
Públicos de Investigación y Bibliotecas Virtuales de Salud de las Comunidades
Autónomas (FECYT 2021a), no identificados con nombres y apellidos concretos. La
búsqueda sobre este último dato no arrojó resultado alguno en la propia página
de internet de FECYT, ni a través de las secciones de “todo” y “noticias” de
los buscadores Bing, DuckDuckGo y Google. Europa Press (2021), sobre ello,
simplemente cortaba y pegaba literalmente lo comunicado por FECYT, y algunos
medios de reducida audiencia, a su vez, hacían lo propio con lo efectuado por
Europa Press (Diario Siglo XXI 2021, Noticias De 2021).
Para el análisis de este primer contexto inicial e
introductorio, posiblemente nos encontramos ante una característica propia de
la posverdad: la opacidad inicial de datos fundamentales contextuales. Dado que
dentro de la sección “sala de prensa” de la anteriormente citada web de FECYT
no hallábamos datos sobre los criterios de la licencia, ni de su número de
expediente, nos dirigíamos, en la primera semana del mes de abril de 2022, a
una sección de la web llamada “perfil del contratante”, y, dentro de ella, a
“licitaciones”. Iniciábamos la búsqueda de procedimiento sin datos de la fuente
primaria inicial, con lo cual en “objeto del contrato” introducíamos Elsevier,
y posteriormente Web of Science.
Con el Número de Expediente FECYT/PL2020/022-y
adjudicándose a la entidad invitada participar en el procedimiento-, FECYT
licitaba un importe total de adjudicación ofertado (con impuestos) de 9056133
de euros, como servicio de acceso a las bases de datos “Scopus”, propiedad de
Elsevier B.V., en un procedimiento negociado sin publicidad, y como
justificación del proceso con código de motivo “proveedor único por razones
técnicas” (FECYT 2021b). Todo ello se repetía en el Expediente FECYT/PL2020/023,
pero aumentándose el coste del servicio de acceso a las bases de datos “Web of
Science”, propiedad de Clarivate Analytics, hasta un importe total ofertado
(con impuestos) de 13568835,78 euros (FECYT 2021c). Estas cifras venían a
sumarse a otras sumas económicas considerables, como por ejemplo lo reflejado
en el anuncio de adjudicación con Número de Expediente FECYT/PL/2017/041, según
el cual, bajo el objeto del contrato“Contratación de los términos de la
licencia nacional de acceso a la base de Bases de Datos “SCOPUS“, propiedad de
Elsevier, a todas las instituciones del sistema español de ciencia, tecnología
e innovación, gestionada por la FECYT” (2018), se adjudicaban, con impuestos,
6208034,9 para dicha multinacional. En el análisis del contexto inicial ya se
ha demostrado un montante próximo a los 29 millones de euros, con lo cual no
parece muy exagerado, ni opinable, considerar lo abordado como un negocio de
proporciones considerables. Recuérdese que el profesorado no cobra de las
revistas por la publicación de sus investigaciones, y que estas, en gran parte,
no son de acceso público sino, básicamente, solo leíbles por el personal
universitario a través del acceso proporcionado por dichas instituciones tras
los pagos citados, ahora solo evidenciados en parte, puesto que hay más licitaciones
para estas dos multinacionales.
Cuando se habla de investigación científica, de
investigación educativa, y de posverdad, y no se abordan los contextos, y la
relevancia de estos, se ignora el fin del sistema económico en el que estamos
inmersos, y su pensamiento hegemónico marcado por el ánimo de lucro. Como si
fuera una palabra tabú, capitalismo es un concepto ajeno a las palabras clave
de prácticamente todos los artículos publicados en revistas de presunto alto
impacto, como a continuación veremos en un caso específico. Las realidades son
obviadas por la gran mayoría de expertos y expertas de la verdad -o de la
posverdad-, puesto que, probablemente, perderían esa categoría otorgada,
precisamente y en gran medida, por escribir y fomentar las citadas
publicaciones indexadas por las multinacionales citadas (y otras similares,
pero con un menor volumen de negocio, autodenominado científico):
la comunicación
científica de resultados de investigación se ha convertido en un fabuloso negocio
para unos pocos, un negocio a secas para unos cuantos, y un pésimo quebranto
para las finanzas públicas. Se constata la tremenda paradoja de que mientras la
investigación (producción), comunicación (publicación de artículos y suscripción a revistas) es
financiada mayoritariamente con fondos públicos sus resultados no son
accesibles libre y gratuitamente a la comunidad científica y a la sociedad que
los financia. Son las grandes multinacionales de la edición y difusión
científica las que utilizando los recursos humanos públicos (autores, editores, revisores)
dominan los canales de comunicación más reputados (aquellos que reciben mayor
impacto) lucrándose con su comercialización. Los sistemas de evaluación del
rendimiento de los científicos son la clave que apuntala el negocio pues
incitan a los autores a entregar sus trabajos a aquellas revistas mejor
posicionadas en los rankings, medios propiedad de las grandes multinacionales.
(Delgado, 2018, 1).
Metodología y objetivos
“O
que teño que facer para non ter que ir ao mar, sobra peixe que vender e fariña
para amasar” (Rodríguez 2018), o lo que tengo que hacer para no tener que ir al
mar, sobra pez para vender y harina para amasar… era la letra de una canción
que introducía una serie televisiva sobre el narcotráfico en Galicia, basada en
un libro que llegó a ser censurado (Carretero 2017; Soto y Cortés, 2018).
Cuando la investigación no aborda la posverdad, sino la realidad, puede sufrir
consecuencias no precisamente relacionadas con la publicación en las revistas
de presunto alto impacto, ni con premios de investigación científica. Todo
ello, pese a fundamentarse en fuentes primarias. Cuando quienes investigamos
deseamos no ser traficantes de información (Serrano 2010), y sí seguir en el
mar, y no sucumbir a otros recursos no caracterizados precisamente por la
ética, la moral, y el compromiso social, aspiramos a alejarnos de las
publicaciones que promulgan una posverdad que mira hacia otro lado sobre la
política, la macroeconomía, y el papel de la ciencia a su servicio. No
venderemos fariña, aunque seamos conscientes de que es la norma, y de lo que
afecta gravemente, y no solo en sentido metafórico. Sirva esto como
introducción metodológica y declaración de intenciones.
Es
relativamente fácil seguir una metodología cuantitativa, e investigar sobre las
cuestiones de moda, dentro de lo políticamente correcto, de la posverdad en la
enseñanza. Miles de investigadores e investigadoras publicaron, sin gran
problema resultados sobre, por ejemplo, el aula invertida, o flipped classroom
(Nadal, 2021), en las revistas indexadas por Web of Science y Elsevier. Si “el
18,5% de los jóvenes de 18 años afirmaba haber consumido cocaína en los últimos
doce meses” (Ministerio de Sanidad 2006), y el Ministerio de Sanidad no habría
hecho campaña alguna sobre ello en los últimos quince años (Ministerio de
Sanidad 2022), mientras que la música que escuchan niñas, niños y adolescentes
incita al consumo de todo tipo de drogas (Illescas 2018)… eso ya no sería una
investigación financiada con fondos públicos publicable, puesto que haría daño
institucional, y como leíamos, hay mucho dinero en juego. La investigación
sobre las realidades incómodas… eso es harina de otro costal.
De
un tiempo a esta parte, especialmente dentro del panorama distópico impuesto
tras las medidas político-económicas de todo tipo sufridas los dos últimos años
-incluyéndose dos estados de alarma en el Estado español declarados
inconstitucionales, y con ello, ilegales y ajenos a derecho, por parte de su
propio Tribunal Constitucional (Brunet 2021)-, la investigación científica se
reencontró, por decirlo de algún modo, con la etnografía virtual, dado que,
como decíamos, nos vimos encerradas y encerrados ilegalmente. Las fortalezas de
este tipo de etnografía, como metodología, para explorar el complejo panorama
social, con la internet contemporánea, como recurso básico y prioritario (Hine2017),
se abrían paso más que nunca. La Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de
transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno, nos habría
amparado en caso de imposibilidad de acceso a los datos que constituyeron
nuestra investigación en lo que a los datos de la introducción se refiere, si
bien todos aquellos procedimientos negociados sin publicidad, como los
abordados, debieran ser objeto de profundización, dado que nos encontramos ante
un importante desembolso de dinero público.
La
etnografía virtual, por tanto, es la base metodológica de la presente
investigación, a través de las fuentes primarias a nuestro alcance, así como de
todas aquellas voces expertas, y críticas, con todo aquello que acontece en la
actualidad en torno a la investigación educativa como fuente de posverdad,
dentro de unos contextos no precisamente irrelevantes, sino básicos en el
acceso a la función pública, encontrándonos ante un requisito directamente
implicado en el acceso a cargos profesionales, por ejemplo, universitarios
(plazas de profesorado sustituto interino, ayudante doctor, contratado doctor,
titular y catedráticos/as). Como sabemos, literalmente, el mismo escrito, no
vale lo mismo según donde esté publicado, en base a los rankings que establecen
las multinacionales citadas y sus criterios, los cuales no son cuestionados por
las universidades, no solo a nivel local, o nacional, sino internacional.
Si
el objetivo inicial introductorio de muestra pública del macronegocio del que
hablamos fue ya abordado, era necesario aproximarnos también a los contenidos
de la revista de mayor impacto del Estado español, así como a comprobar si hay
revistas, o algo de ellas, como fuente, o del modo que sea, cuyo cometido haya
influido en las leyes sobre enseñanza a algún nivel, dado que la política es la
que marca las enseñanzas infantil, primaria, secundaria y universitaria, pese a
que dicha política no forme parte de los contenidos de los artículos de alto
impacto publicados, lo cual cualquier lector, o cualquier lectora, puede
comprobar leyendo número a número las revistas de alto impacto, puesto que, por
ejemplo, para Web of Science, en el caso español, son escasas.
Un
inicial marco teórico, por tanto, de corte económico, mostrando un
macronegocio, regido por dinero público y multinacionales, da paso, a
continuación, a la comprobación empírica de si hay impacto real de las
investigaciones efectuadas y publicadas bajo los criterios de la revista más
importante española en base al ranking Journal
Citation Reports,
y en conocer la relevación de estos rankings en el acceso a la función pública.
Posteriormente,
nos aproximamos al fenómeno de la posverdad en la investigación educativa, esa
que no aborda la realidad, distorsionándola deliberadamentecon el fin de la
publicación de lo políticamente correcto, manipulando las creencias y emociones
para un mundo más próximo al Show de Truman que a lo que acontece dentro de los
muros de las aulas… que tanto influye no solo en las dinámicas de clase, sino
en las vidas de estudiantes, profesorado, y familias.
Análisis
de contextos de impacto.
En
las universidades estatales españolas, la ley exige un informe favorable previo
para las figuras de profesoradocontratado doctor y profesorado ayudante doctor;
en las universidades privadas, el 60% el total del profesorado doctor debehaber
obtenido una evaluación positiva también de la Agencia Nacional de Evaluación
de la Calidad y Acreditación (ANECA) para la figura de profesorado de
universidad privada. Además del ámbito económico, procedemos a entender dónde
realmente sí impacta la publicación de artículos indexados en los rankings de
las multinacionales.
Aunque
es posible consultar los criterios de acreditación por todos los campos
científicos, nos detenemos, en concreto, en ciencias sociales y jurídicas, y en
la categoría 1.A.:
Es pertinente tener
presente:
Tanto para Profesora
Contratada Doctora y Profesora Ayudante Doctora
1. Experiencia
Investigadora. Constituye la parte más importante de este baremo: 60 puntos
sobre un total de 100.
1.A. Publicaciones
Científicas. Con un valor máximo de 30.
Artículos científicos
indexados en bases de datos relevantes: JCR, Scopus (los tres ámbitos
científicos). Educación y Periodismo tienen también en cuenta otros índices (ESI, CIRC, Latindex)” (ANECA,
2021, 4).
La traducción de la fuente textual implica que las
publicaciones científicas valen, literalmente, lo mismo, en total, que toda la
categoría “experiencia docente” (cuyo acceso, en el caso universitario, es
difícil sin la puntuación que otorgan las publicaciones, las cuales pueden no
producirse sin vinculación previa a una institución universitaria, la cual no
se habría producido sin los puntos obtenidos de las publicaciones… en un bucle
quizás propio de una película de los hermanos Marx), y que toda la “formación
académica y experiencia profesional”, que se constituye en categoría única. Es
decir, ambas categorías, y las publicaciones científicas, cuentan con un máximo
de 30 puntos cada una. Tratamos, por tanto, de que se entienda el análisis de
un contexto donde el impacto de publicar en según qué revistas es realmente
fundamental para los niveles profesionales abordados, pero realmente la
cuestión va tan allá como la totalidad de puestos laborales universitarios
existentes, simplemente se empleó un botón como muestra.
El mismo artículo en una revista indexada puede valer
literalmente el doble que si fue publicado en una revista que no lo sea, puede
contar aún más que un B2 en un idioma extranjero, que el Máster de Profesorado
en Enseñanza Secundaria, que un año de estancia de investigación en un centro
de reconocido prestigio… para una plaza de profesor/a sustituto interino (BOJA
2022). La experiencia investigadora, marcada por los rankings citados, y otros,
puede ser hasta tres veces más puntuada que la experiencia docente, y hasta
diez puntos más válida que la propia formación académica, para el acceso a las
citadas plazas interinas (Universidad de Málaga 2021), cuyo valor, entre otros,
se encuentra en el futuro acceso a las plazas con mayor estabilidad laboral, y
superiores ingresos económicos. Consultar las bases y baremos de todas las
universidades españolas nos aportará una amalgama de criterios bajo las
arbitrariedades locales, y en algunas de ellas, comprobaremos como autores/as
prolíficos/as en artículos en revistas indexadas logran las puntuaciones
adecuadas para el acceso consolidado a las mejores posiciones profesionales.
Hay autores/as con hasta siete, ocho o diez artículos publicados en revistas
indexadas… que, además, son miembros de sus organigramas científicos (Fuentes et al, 2012). Y ello, pese a que, en
algunos casos, los índices de rechazo de estas revistas superan el 90%.
Quizás podemos hablar de una prueba más del férreo dominio
y poderío de una hegemonía intelectual posmoderna (Fortes 2010). La fabricación
de la excelencia académica a través del factor de impacto impone una forma de
pensar y de investigar, pudiendo darse conductas no precisamente éticas (Santos
y Fernández-Ríos, 2016). Incluso existirían “sectas de formación para el
rendimiento” (Hargreaves 2012). Centrémonos en un nuevo contexto de análisis:
la legislación educativa, aquella que marca las políticas.
Veamos las fuentes de la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de
diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de
Educación. Se mencionan Una educación de
calidad para todos y entre todos. Propuestas para el debate(Ministerio de
Educación y Ciencia, 2004), distintas legislaciones previas, los objetivos
educativos planteados por la Unión Europea y la UNESCOpara la década 2020/2030,
la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (Naciones Unidas 2015), la
Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas de 1989 (UNICEF 2016),
la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Naciones
Unidas 2021), la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimentario, Actividad Física
y Salud (Organización Mundial de la Salud 2004), el Informe de la Subcomisión
del Congreso para un Pacto de Estado en materia de violencia de género
(Comisión de Igualdad 2017), el Diseño universal de aprendizaje (Center for Applied
Special Technology 2022), y algunas fuentes institucionales más. Palabras como revistas,
artículos de las mismas e investigaciones de estas, su presunto impacto… no
existen en esta legislación. Transitemos hacia un documento anterior.
Fijémonos en la derogada Ley Orgánica 8/2013, de 9 de
diciembre, para la mejora de la calidad educativa. Las fuentes no varían en
gran modo: La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE), sus pruebas PISA (Programme for
International Student Assessment), los resultados de 2011, difundidos por
EUROSTAT (Statistical Office of the European Communities), en relación con los
indicadores educativos de la Estrategia Europa 2020, la Estrategia Europea
sobre Discapacidad 2010-2020 (Comisión Europea 2010), la Recomendación (2002)12
del Comité de Ministros del Consejo de Europa a los Estados miembros sobre la
Educación para la Ciudadanía Democrática (Comité de Ministros 2002)… Las
revistas, y toda la amalgama de conceptos que implican, brillan por su
ausencia.
En la Ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril, por la que se
modifica la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades, no
encontramos índices de impacto, revistas, investigaciones, o artículos
mencionados que hayan transformado cualquier cuestión sobre la enseñanza
superior. En 2022, en el documento24
propuestas de reforma para la mejora de la profesión docente (Ministerio de
Educación y Formación Profesional, 2022), lo más próximo que hallaríamos sería
una mención a las investigaciones, por parte de la Comisión Europea… pero del
año 2007… dejando este escrito a todas las investigaciones previas a qué
altura. Las fuentes, en este caso, son inequívocas y más explícitas, si cabe,
que nunca: UNESCO, el Foro Mundial sobre la Educación celebrado en Incheon
(República de Corea), la ONU, la Agenda 2030, un manual de la Comisión Europea sobre
la inserción profesional, las conclusiones del informe PISA de la OCDE, el
Consejo de la Unión Europea... ni un solo artículo de alto impacto en base a
los criterios de Elsevier o Clarivate.
El impacto, entendido precisamente como efecto producido en
la opinión pública por un acontecimiento, una disposición de la autoridad, una
noticia, una catástrofe… o en este caso, un artículo indexado, parece nulo en
la legislación educativa. No lo es, sin embargo, en lo económico, ni en lo
profesional, como hemos comprobado. Básicamente, el impacto, o lo así definido,
por ejemplo, por el Journal Citation Reports, de Web of Science, es decir, de
Clarivate, es un complejo sistema compuesto de indicadores principales como las
métricas de impacto, las métricas de influencia y las métricas de origen
(Gregorio-Chaviano et al, 2021), que
da lugar a unos numeritos que no te convertirían, teóricamente, en mejor
investigador/a, o mejor docente, que otros/as… pero si te darían más puntos
para la acreditación institucional y profesional de ello, porque el ministerio
correspondiente, o la universidad, o facultad, o comisión académica de donde
sea, así lo determina. No hay lógica de impacto real, más allá de lo que te
citen, que es como calculan las métricas. Y que te citen no implica
transformación social alguna.
El factor de impacto tuvo un origen bibliotecario,
relacionado con la gestión de las colecciones de revistas. Hay un alto número
de criterios para acreditar su ilógica científica plena (Delgado-López-Cózar y
Martín-Martín, 2019; Feenstra y Delgado, 2022), pero sigue siendo, parece que
constantemente, necesario desenmascarar a toda una industria de la ciencia
cuyos métodos y fines no serían precisamente la mejora de nuestra sociedad
actual, sino el lucro. Hay miles de investigadores/as que publican un artículo
cada cinco días (Ioannidis et al,
2018). Las autocitas extremas y las "granjas de citas" (grupos
relativamente pequeños de autores/as que citan masivamente los artículos de
los/as demás de la granja) hacen que las métricas de citación sean espurias y
sin sentido (Ioannidis et al, 2019).
Investigación
educativa, posverdad y la realidad contextual
Comunicar, Revista Científica de Comunicación y Educación,
ocupa, en el ranking Journal Citation Reports (JCR-JIF)-2021, el número uno,
dentro de las revistas españolas, en las categorías de comunicación y
educación, hecho similar a lo que sucede dentro del ranking Cite Score (Scopus),
también dentro de la categoría de estudios culturales, hecho casi similar a lo
que ocurre en el ranking SJR, también de Scopus, donde solo desciende una
posición en la categoría de comunicación. Es la propia revista la que nos
proporciona su posicionamiento (Comunicar, 2022a). Vayamos al análisis de lo
abordado por esta revista, y por aquello omitido, para comprobar si nos
encontramos en un ámbito relacionado con la posverdad. Lo primero que llama la
atención es la inexistencia de estudios culturales dentro de la temática
abordada en base a la propia fuente primaria, es decir, la revista (Comunicar,
s. f.).
En el año 2011, el autor más prolífico de la revista
Comunicar era Julio Cabero, de la Universidad de Sevilla, con ocho artículos
(Fuentes et al., 2012). Pese a que el
rechazo de artículos de la revista se encuentra en cifras no inferiores al
93,10% en los últimos años (Comunicar, 2022b), cuando analizamos el contenido
de su volumen XXX, número 71, del segundo trimestre-abril- de 2022, uno de los
artículos que nos encontramos es de este mismo autor, con hasta 13 artículos
publicados en esta revista, de la cual forma parte, dentro de su consejo
científico. Las radicales conclusiones de este Catedrático de Universidad, del
Departamento de Didáctica y Organización Educativa de la citada universidad
anterior, y de sus coautores, en este último artículo, estaban relacionadas con
el objetivo principal del estudio, el cual era determinar las percepciones de
166 estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad
deSevilla sobrela credibilidad del profesorado universitario atendiendo a sus
tweets: “es importante que los docentes gestionen el tipo de contenido que
comparten en susperfiles de Twitter para ser percibidos como docentes creíbles
y para afectar positivamente a los procesos de enseñanza-aprendizaje” (Froment et al., 2022, 140). El nombre del
monográfico en el cual se publicó este artículo tuvo por nombre “discursos de
odio en comunicación: Investigaciones y propuestas”.
Realicemos un análisis literal de conclusiones para
entender cuál es la filosofía y el contexto de la revista más importante de
educación en el Estado español, según los rankings ya citados; una de ellas
fue:este nuevo fenómeno de los booktokers “puede alentar a los educadores, a
los administradores de instituciones educativas, y a los tomadores de
decisiones deinstituciones gubernamentales para trabajar en conjunto con los
booktokers y fomentar e incentivar elhábito de la lectura en los adolescentes”
(Guiñez-Cabrera y Mansilla-Obando, 2022, 128).
La investigación sobre enseñanza llega a su cenit con
conclusiones, de docentes de algo tan educativo como el Departamento de
Sistemas y Computación de dos universidades mexicanas, como aquellas con las
que cierran su escrito: “Los resultados muestran una mejora del tiempo de
transformación de los datos noestructurados a datos estructurados empleando
técnicas de Cómputo Paralelo con Algoritmos Genéticos,obteniendo un 682% de
ahorro de tiempo comparado con el Cómputo Secuencial” (Castillo-Zúñiga et al., 2022, 115). Todo ello, dentro de
una especie de distopía titulada “Detección de rasgos en estudiantescon
tendencia suicida en Internetaplicando Minería Web”.
Sin duda, conclusiones nunca leídas, ni vistas -o, por el
contrario, hasta la saciedad-, podemos leer a continuación: “Los maestros
pueden experimentar formas inclusivas deutilizar las tecnologías basadas en las
TIC para transferir las competencias inclusivas a sus aulas. Estapráctica
permitió escuchar las diferencias entre los distintos niveles de actores para
promover la educación inclusiva” (Yasar-Akyar et al., 2022, 102)
Aprendamos de todo aquello que nos aportan las
investigaciones de impacto, y que quizás hubiera quienes no se lo hubieran
planteado: “Es necesario ampliar las investigaciones sobre trata de personas y
sobre la difusión de determinadosdiscursos y temáticas en redes sociales como
Twitter, donde participan una amplia gama de actores” (Sierra Rodríguez et al., 2022, 89).
La emancipación que logra el conocimiento aportado por
Comunicar es inequívoca: “sea por la acción de otros agentes (políticos,
sociales o mediáticos) o por la propiasituación de excepcionalidad e
incertidumbre, el combustible utilizado por los «bots» en este debate
haconsistido en extremar las posiciones de partida” (Robles et al., 2022, 73).
No hay que promover ningún tipo de boicot a los medios de
comunicación, según la fuente analizada: “Para mejorar la representación, los
medios de comunicación deben hacer hincapié en lascontribuciones de los
inmigrantes y los refugiados para aumentar las asociaciones positivas y adoptar
unavisión equilibrada que destaque diferentes ángulos” (Gonçalves y David,
2022, 58).
Como medida emancipatoria, hay quienes apuestan por la
medición, y parece que hay quienes se identifican con los/as emisores/as que
opinan igual:
las medidas biométricas
son más fiables al evaluar temas donde el sesgo de «lo políticamente correcto»
ejerce fuerte presión. En su conjunto, esta investigación confirma que el
«sesgo de percepción selectiva» favorece la valoración positiva del discurso de
los emisores con los que existe
afinidad ideológica y el rechazo de los discursos de ideología contraria, especialmente
en el ámbito de la comunicación política. (Abuín-Vences et al., 2022, 46).
El cúmulo de investigaciones de conclusiones tan
relevantes, en gran parte, financiadas con dinero público, incluye: “Lasredes
sociales han demostrado ser un verdadero reto para las ciencias sociales ya
que, a través de laspublicaciones expuestas en estas plataformas, se busca
comprender mejor la interacción humana y mejorarasí las condiciones existentes”
(Arcila-Calderón et al., 2022, 32);
“Los hallazgos destacan la necesidad de comprender la perpetracióndel discurso
de odio tomando en consideración varias motivaciones y las relaciones con las
normassociales. Las motivaciones más frecuentes fueron la venganza, la
ideología y la conformidad de grupo” (Wachs et
al., 2022, p. 18).
Cabría preguntarse cuáles serían las respuestas que
aportarían expertas y expertos en las materias abordadas con anterioridad a las
investigaciones, y si estas acaso diferirían mucho de las conclusiones, siempre
textuales, aportadas. Quienes no desean formar parte de ese tipo de revistas
como Comunicar, e incluso en esa dictadura del inglés en la ciencia (Hernández
2021), quienes no deseamos formar parte de la posverdad, lo tenemos realmente
complicado. Según Charlie Brooker, creador de la serie distópica Black Mirror, el tema central de su
trama es como la tecnología destroza la vida (Ierardo 2019). Las atrocidades
tras el coltán no son objeto de estudio, pese a ser la base de las tecnologías,
que adoran como religión (Nest 2011). “La tecnología aparece entonces como
sedimentación e institucionalizaciónde la esclavitud” (Liceaga, 2022, 204), es
posverdad, precisamente, que distorsiona deliberadamente realidades, marcadas
por unas condiciones inhumanas contra seres humanos, desde el Congo hasta
China. Pero de ello no se publica, de ello no trata la investigación educativa,
los dispositivos electrónicos pareciera que procedieran simplemente de tiendas
físicas, o de multinacionales como Amazon. La realidad es otra… pero la
didáctica de lo políticamente correcto no puede permitir que el escenario
cierto se vea.
CONCLUSIONES
Las multinacionales no pueden decidir qué es la verdad y
qué no lo es, qué es publicable y no lo es. Los/las investigadores/as no
debiéramos someternos a plazos marcados por revistas concretas en las que ni
tan siquiera desearíamos publicar si nos encontráramos en un mundo académico no
jerarquizado; estas revistas fueron amparadas al olimpo por dichas multinacionales,
pero la ciencia no tiene límites de 5000/7000 palabras, ni debe presentar
gráficos, tablas o estadísticas como religión. Gran parte de la investigación
educativa, en concreto, como didáctica en la enseñanza de la posverdad, bajo mi
punto de vista, es abominable, un compendio de verdades de perogrullo,
financiadas con dinero público, para más inri. Hay que replantearse un modelo
definido como de impacto, pero que donde realmente incide es en la promoción
profesional de quienes se han convertido en expertos/as publicadores/as de
profecías autocumplidas, acríticas, dentro de lo políticamente correcto. Todas
las medidas de cambio que se propongan “incluyen revisar la millonaria licencia
nacional para Scopus y Web of Science” (Bartomeus et al., 2019).
Si la normalización es nuestro modo esencial de
funcionamiento en la actualidad (Foucault 2012), hoy ya no es necesario para la
clase privilegiada la imposición de un Indexlibrorumprohibitorum,
ni más víctimas ejemplarizantes como Giordano Bruno. La alineación con el
capital siempre será bendecida por este, al igual que Coca-Cola paga bien a sus
divulgadores/as científicos/as (Rey-López y González, 2019), y que Roma no paga
traidores.
Si “la mercantilización del conocimiento y su economía
están sujetos alrendimiento de capital para grandes inversores” (Martínez,
2020, 57), es necesario conocer, y aplicar, los conceptos necesarios para
disolver el capitalismo académico (Espinoza y Angulo, 2020). No podemos
permitirnos más casos AaronSwartz o Alexandra Elbakyan (De Vito 2019).
Hay quienes vislumbramos otro mundo, más allá de la
posverdad y del amor al poder, y otra investigación, que fuera realmente
educativa, con el objeto de un mundo mejor, no de aumentar el beneficio de
multinacionales. “Vivir en monotonía las horas mohosas… de los resignados… es
solamente vegetar y transportar en forma ambulante una masainforme de carne...
A la vida es necesario brindarle laelevación exquisita de la rebelión del brazo
y la mente” (Bayer 2009). Al igual que la mayor parte de las universidades
europeas usan el factor de impacto para juzgar al personal investigador (McKie
2019), se abrió un rayo de luz cuando la holandesa Universidad de Utrecht abandonó
dicho criterio para la contratación y promoción del personal académico,
apostando por la evaluación por la promoción y el compromiso por la ciencia
abierta (Woolston 2021). El cambio, pues, es realmente posible, puesto que…
“¿Cabe seguir aceptando la dirección del capital sobre el conjuntode la
sociedad?” (Riechmann 2011).
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